¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

sábado, 13 de octubre de 2012

LO ÚNICO QUE IMPORTA

Así será la explosión de luz que nos ha de iluminar...

Para mis alumnos pasados, presentes y futuros,
 mis mejores maestros en el arte de olvidar 
para recordar qué es lo que importa de verdad 
y con los que aprendo a vivir de una manera distinta día a día…

A modo de “declaración de principios” para mi docencia y para mi vida…

(Si algo intento transmitir a mis alumnos y a mí mismo es “cierto grado de coherencia” dentro de un “sentido entrópico natural”.  Y, al menos desde que volví a la docencia presencial después de 2 años de parón, tengo claro cuál es la “filosofía” que subyace a mi metodología independientemente de la asignatura que imparta o el idioma en que lo haga.  Como lo que no tengo tan claro es que lo transmita adecuadamente, he querido redactar esta entrada en mi blog a modo de “introducción teórica” en la que basar toda mi “manifestación formal docente”.  Esto, lo digo a corazón abierto, es lo que me importa cuando enseño, cuando vivo…)


¿Qué es lo único que importa?  Sí, ya, tú también te lo has preguntado más de una vez, eres un tipo listo, una tía que sabe lo que quiere…, y sin embargo desde niñ@ te lo preguntas los domingos por la tarde cuando esa luz especial entra por la ventana e intuyes que esta vida es tan sólo una especie de ensoñación lenta y algo ruidosa, cuando tienes la corazonada que hay algo más…, pero el qué.

Y bueno, ya lo sabes, tú lo has vivido igual que yo, vamos al colegio, al instituto, a la universidad, buscamos un trabajo, acaso pedimos una hipoteca o un préstamo para un coche, y mientras no paramos de correr, ¿verdad?: hacemos cursos y cursos de formación que nos deforman, estudiamos idiomas (cientos, miles de ellos, y en el proceso olvidamos el que nos habla nuestro propio corazón), mejoramos sin pausa unas habilidades y otras como un pokemon triste y solitario que no cesa de luchar con los demás y contra sí mismo, y así, sin parar, estamos en constante movimiento hacia ningún sitio, hacia ningún sitio que importe.  Y parece que a pesar de todo no aprendemos una mierda.  Al menos no aprendemos lo que de verdad importa…, que hemos venido aquí para amar.

Yo esperaba encontrar en mis títulos universitarios y en mis idiomas la solución a la pregunta, pero lo único que conseguía era capa tras capa de conocimiento erudito, una gruesa base de maquillaje para el ego, nada más, y eso me apesadumbraba hasta que, como decía el divino Petrarca “a mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado”.  Y allí, en el medio del desierto de mis lágrimas vino el rayo de luz que visitó al Buda, al Cristo, a ti…, y supe por qué seguía aprendiendo, supe que lo hacía por inercia y vanidad, nada más…  Y lloré y lloré sin decir nada, impotente, pero casi feliz por primera vez en décadas.  Entonces los título me miraban, maliciosos, cómo queriéndome decir, “anda que ibas tú listo si te creías que aquí estaba la Verdad”.

Decidí, pues, volver a la “fuente” y allí la pregunta surgió de nuevo… “¿Qué es lo único que importa?”

¿Y qué es eso?  Es obvio, lo sabes tan bien como yo y ya lo he dicho antes, amar, tan simple como eso…, lo que importa es quererte y querer a los demás, lo que importa es no joder a tu vecino, lo que importa es respetar el dolor ajeno sin alentarlo porque es cómodo mantenernos en la “parte de arriba” del teatro de la vida (el karma siempre vuelve, no lo olvides, así de maravilloso es, así de inevitable).  Si fuésemos tan “cuidadosos” con el mundo de los demás como con el nuestro…, ay, cuántas cosas cambiarían, ¿verdad?  Pero, on second thoughts, es que tampoco somos cuidadosos con nuestro mundo, lo llenamos de pensamientos terribles que nos dañan, lo ensuciamos por dentro y por fuera, no lo respetamos, y así estamos hechos un lío que ya no sabemos desenmarañar.  Y pasan las horas, los días, las semanas…, y los meses y también los años, y cuando el nudo es tan gordo que no sabemos cómo meterle mano, sólo nos queda ser conscientes de que, al fin y al cabo, no es más que un nudo “virtual”, que si soplamos con la brisa de nuestro corazón, todo se vuelve diáfano y no hay ni pasado ni dolor, no hay culpas, ni pecados, sólo queda el silencio de las tarde de otoño con ese brillo dorado que nos llena de calor aunque vaya haciendo frío…

Pero claro, en seguida se vuelve a liar todo un huevo (o dos) y volvemos a lo de siempre, que si lo mío es mío y que lo tuyo, pues eso, que no me importa que le vaya bien si no me saca de mi “zona de confort”.  Que revientan a bombas un país africano, pues mira, está mal, pero como no me lo hacen a mí, miro para otro lado y ya está.  Es fácil, ¿ves?, nos han enseñado a hacerlo desde pequeñitos y ya sale de manera natural.  Que la gente pasa hambre…, pues mira, mejor para ellos que así no engordan, pero claro yo tengo la despensa bien llena, y mis lorzas me amargan cantidad, es lo que tiene el cinismo, que se disfraza de elegancia y sofisticación a base de ironía. 

Y qué quieres que te diga, oye, es que hay días en que ya no sé si lloro por ti, por mí o por el mundo en general.

Pero es que hay tanta belleza alrededor, querid@s mí@s, sois tan precios@s, tan preciad@s y precis@s que es miraros y el corazón se me ilumina y se me pone saltarín.

Pero joder..., esto no acaba.

¿Dónde perdimos el norte, hermano mío?  ¿Querida hermana, me lo sabrías decir tú?  Yo es que esta mañana me he levantado sin hoja de ruta y ando como a la espera de tu llamada.  Sabes que no te olvido y sé que tú me recuerdas también. 

Y es que ya he comido tanta basura que se me sale por las orejas y el cerebro lo tengo emponzoñado de publicidad, conocimientos, títulos, ideas preconcebidas y juicios estúpidos…, y quiero, ahora que me acerco a los 40, volver a ser un niño de nuevo.
¿Sabes?  Eso me he propuesto desde hace algunas semanas.  Ser el niño que era.  El que amaba cada insecto en el patio.  El que comía tierra.  El que lloraba y reía con la misma claridad.  El que amaba hasta cuando creía odiar.  El que no entendía de trabajo o cuenta bancaria.  El que no quería nada para él si no era también para los demás.  Y estoy convencido, lo voy a lograr…, y nunca más olvidaré qué es lo que importa, lo único que importa.  Cada cambio de consciencia individual es un movimiento exponencial y a su vez facilita un número inmenso de nuevos cambios.  Pronto seremos tantos…, nos reconoceréis porque llevaremos el corazón en la solapa y una sonrisa de luz en la mirada.  Porque habremos recordado que somos vosotros y que vosotros sois nosotros.  Que todos somos uno y el mismo manifestados en formas distintas, nada más.

Y es que, querid@ mí@, déjame decirte que al ver tus ojos he recordado lo que de verdad importa y ahora sí veo una salida clara, una bella salida llena de luz…

Si quieres, herman@ mí@, nos damos la mano y vamos juntos hacia allí, que siempre intimida un poco dar ese paso, nos han hecho creernos cobardes, inútiles, egoístas, comodones y acomplejados, pero tú y yo sabemos que eso no es así…  Sabes lo que eres en verdad, sabes de dónde vienes y al reconocer tu origen ves asimismo la meta que no es ni ha sido nunca un final…

Qué quieres que te diga, cariño mío,
que me sangra el corazón gotas perfectas de amor,
que mis labios han descubierto que el idioma de los besos es universal,
que los abrazos curan,
que las sonrisas también,
que esta vida es un regalo
y a ella venimos a romper el colorido papel
para compartir con todos tan delicioso PASTEL!!!!!

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gracias a todos por haberos encarnado aquí y ahora para que nos pudiésemos conocer!!!!!!!!!!!!!!

Ahora es el momento de aprender juntos, de recordar juntos, de, juntos, inaugurar un mundo mejor…

Es el momento.  Las alas de luz nacen en la oscuridad del corazón.  Mi corazón se ha hecho uno con la sombra y en la sombra ha recuperado su eterno resplandor...

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