¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

sábado, 12 de octubre de 2013

EL AMOR A VECES DUELE

Por Francisco José Francisco Carrera

(Poema en proceso de revisión, se admiten opiniones y correcciones de tod@s, besos!!!!!!)

Dicen que el amor mola
que es chulo
que nos lleva a mundos
inexplorados
llenos de luz y de gloria
pero se les olvida decirnos
que puede ser un infierno
que duele
que nos jode vivos
(pero literal, colega)
que nos atraviesa
de parte a parte
y nos rompe la vida
y a veces
hasta la jeta,
que es un dolor
de huevos
o de tetas,
yo qué sé,
que nos derriba
y nos obliga
a hacer mil cosas
absurdas.

Eso, amigo,
se les olvida decírnoslo,
nos lo pintan bonito,
nos lo pintan molón,
que si las flores
y el perfume,
que si el rocío
en la mañana
y la brisa de la noche,
que si el leve
y dulce
resplandor de sus ojos
al reír,
que si su cuerpo es seda
de Bengala,
que si sus labios son
como el tacto de una ola
que rompe silenciosa
para volver a ser
la belleza misteriosa
y perfecta del mar.

Bah, señor,
estoy de ese amor
limpio y puro y casto
y divinal
hasta la mismísima
castaña,
un amor de pandereta
es eso,
un amor acaso
de orinal,
un amor que no es amor,
una una puta patraña
de ficción publicitaria
y ya está.

El amor es volcán,
terremoto ignoto,
el amor es eso que
se te come por dentro
cuando ves en sus ojos
la explosión salvaje
del universo original,
esa sensación loca
de morirte sin siquiera
conocerla,
de querer quitarle
la ropa a mordiscos,
de desangrarte entre
sus labios de vampira
celestial,
ese querer comerle
la boca
y seguir así
hasta no poder más.

Joer, tío,
y con todo,
esto del amor
no va a estar tan mal,
aunque, ya te digo que
a veces de bonito
no tiene una mierda,
pero bueno, ya que estamos
en el juego este
chulo de la vida,
habrá que hacer lo posible
por vivir como es debido,
ser feliz,
no joder al vecino,
ni putear al perro
o gato de tu abuela,
amar simplemente 
hasta que duelan
el alma y el corazón
por igual
y besar con los ojos
el mundo
y con los labios
y con todo el cuerpo,
qué narices,
estas salvajes y luminosas
sombras
que quieren ser amadas,
pero amadas

de verdad.

sábado, 5 de octubre de 2013

UN POEMA DE LOS DE VERDAD

Compartiendo corazones...
Llevo unos meses en que no ando muy “poético”, no me visita el verbo y la palabra, y así está bien, hay cosas tan bellas que no deben nunca ser forzadas. La poesía para mí es una de ellas, desde hace mucho llevo escribiendo y es cierto que a temporadas me obsesiona tanto que puede escribir decenas de poemas en un día…  Y bueno, ayer, algo se activó en mí y me volví hacia esa poesía que a veces necesito escribir, una poesía urbana, de desamor y dolor, muy narrativa, pero que tiene un deje de liberación y felicidad. He sido un niño sombrío, un adolescente gótico (aunque en aquellos años no se utilizaba ese término) y un joven adulto perdido en la corriente de la vida de los libros… Ahora no sé muy bien lo que soy, y acaso eso es lo que me alienta en cada paso, en cada nueva aventura. Sé que quiero mucho a Raquel, a Kibo, a mi familia sanguínea y a mi familia no sanguínea (entre la que cuento a mis amig@s, alumn@s y exalumn@s y mucha gente inclasificable), que me gusta el té y el café, viajar mental y físicamente, hablar por hablar y callar por callar… Eso sé y tampoco lo tengo claro… O sí. La poesía, sin embargo, me ha acompañado siempre, en esta vida y en muchas otras. Espero que os guste lo que ahora viene…, se titula:

UN POEMA DE LOS DE VERDAD

Por Francisco J. Francisco

Ayer, colega,
te bebiste todos los bares de la noche
y visitaste los antros más infectos
de esta infecta ciudad.

Pero has sobrevivido,
con resaca y lengua de estropajo,
con unas ganas locas de vomitar,
sí, con todo eso y mucho más,
y te has levantado una mañana
más (aunque son ya las 3
y es por la tarde)
de entre los muertos
y ante los muertos
y es domingo,
menos mal,
y te cascas otro cubata
para que la resaca
sea un poco más brutal.

Y miras su foto
y te jodes la vida
porque no la has olvidado,
porque sabes que era ella,
siempre ella,
luminosa, resplandeciente y metamórfica,
la que daba algo de sentido
a tu patética existencia.

Cierras los ojos
y ves estallar el universo
en tu mismo cerebro,
qué digo el universo,
todos los putos universos,
todos ellos estallando
al mismo tiempo.
Y luego no te queda nada
a lo que aferrarte,
ni dolor, ni deseo,
ni siquiera ganas de follar.
Eres un puto desierto
y no puedes soportarlo 
ni un minuto más.

De repente
la luz se filtra
por una rendija de la persiana,
se filtra así,
dulcemente,
callada,
con cierta clandestinidad
y no puedes evitar sonreír,
levantarte,
recoger un poco,
pillar el móvil
y enviar un wassup a Pepe,
a María y a los gemelos
para tomar un par de cañas,
quién sabe, acaso incluso cenar…

Y piensas que,
después de todo,
la vida tiene su gracia,
su tierna y patética
belleza,
y das gracias a Dios
aunque no creas mucho en estas cosas
por haberla conocido,
por haberla amado con la pasión
salvaje de lo que es único y certero
y enciendes otro cigarro
que sabe tan bien como el primero,
que sabe tan bien
como le sabe el amor
a un silencioso corazón 
que se empieza a despertar.