¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 24 de junio de 2012

EN LOS BRAZOS DE LILIT


Lilit (1892) de John Collier, como casi
siempre, representada con el pelo rojo.

Desde hace tiempo me interesa la figura de Lilit, esa maravillosa primera pareja de Adán que le mandó a hacer gárgaras para buscarse la vida por Mesopotamia.  Y en estos días vuelve a visitarme en ensoñaciones, o puede que sea Medusa en otra encarnación.  Medusa siempre respira silenciosa a los pies de mi cama porque sabe que en su voz he reconocido el orden oculto del universo.

Pero sigo con Lilit.  Lilit, como representación de la primera mujer en la humanidad, mola.  Mola más que Eva, eso es seguro.  Porque Lilit fue creada como una igual a Adán y no extraída de ninguna parte de la anatomía de este.  Y eso, ¿no os parece? tiene más sentido.

El Génesis tiene una línea que apunta hacia esto.  Antes de sacar el rollito de  la costilla, encontramos estas líneas:

La Reina de la Noche, tablilla de terracota
Sumeria o Asiria.
"Dios creó al hombre a su imagen,
a la imagen de Dios lo creó,
macho y hembra los creó".
(Génesis 1:27)

Y aquí llega la interpretación, este fragmento es anterior al de Eva, así que se puede llegar a entender como que, en principio, el principio Creador creó a un hombre y una mujer ex nihilo (bueno, o con materiales primigenios, pero eso es otra historia), ambos en total igualdad en relación con su energía de origen, por así decirlo.  Es que lo otro ya es clonación, que haga primero al hombre y luego de él saque al principio femenino ya huele a interpretación “interesada”.  Y es que Eva es…, pues eso, algo “pava” en mi opinión (sobre el uso del adjetivo “pava” aquí, pregúntese a Raquel).  Como un poco robótica, la verdad.  Lilit, esa supuesta primera mujer, es bien distinta, se le pide que propague la semilla del hombre (de Adán) por el mundo, a lo que esta le echa un buen vistazo de arriba abajo, y espeta al principio Creador “ni de coña me lo hago yo con este tío, tú lo flipas”.  Y, con un gesto airado se marcha a vivir su vida, su vida de verdad.  Ahí ya me tiene enamorado la tipa esta.

Y desde entonces a mí me gustan más las “Lilit” del mundo que las Evas.  Porque en el fondo detrás de cada Eva late la verdadera mujer que siempre fue, aquella que es en sí el universo que estalla cada segundo creando estrellas sin parar.  Ciertamente fue el mayor acierto de la “creación”, ese principio salvaje de luz que busca comprender todas las sombras.  Y Adán, la verdad, en mi opinión, fue un experimento fallido, aunque creo que muchos de sus “vástagos” frecuenta el mundo de las formas estos días, esos “adanes” de pacotilla que nos llenan de gris vacío la mirada con su patética inmundicia del vivir sin llama.

Una de mis representaciones favoritas,
Lady Lilith, de Dante Gabriel Rossetti.
Pero hay algo también masculino y maravilloso en el canto primordial del nacimiento de la Humanidad, un principio irreductible que es una canción tiernamente guerrera y que nunca ceja en su determinación de imbuir a todo con el aliento del Amor.

Desde niño me he definido para arrancarme cada definición con pasión, y esto me va dejando estos días tan en pelota picada y tan cansado que ya no tengo fuerzas ni para taparme mis “vergüenzas”, y lo cierto es que todo este proceso me está gustando, aunque no sé hacia dónde me está llevando, la verdad.  Esta incertidumbre de ser hombre y mujer a cada paso, de ser luz y sombra, de ser la nada oculta por el todo, de ser vosotros sin dejar de ser yo mismo.

¿Lilit, quieres amarme esta tarde, esta tarde tan sólo?  Después cada uno seguirá su camino, engañados tiernamente en el juego de alejarnos…, el camino siempre es el mismo aunque los que habremos tomado nos parezcan tan distintos.

Gracias por estar ahí, corazones míos.

Y de la noche nace este poema pleno de luz.

LILIT
Por Francisco José Francisco Carrera

La sangre
de tu boca,

Lilit,
era fuego

que abrasaba
mi cintura.

Desde el olvido
incierto

de tus ojos
llegaba

la cruel dulzura
de perderte

y en el abismo
eterno

de tu sexo
la más preciada

y oscura vida
se agitaba.

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