¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

viernes, 23 de marzo de 2012

DESPERTANDO JUNTOS A UNA NUEVA REALIDAD


Mafalda, porfi, preséntate a las próximas elecciones...
Para los alumnos de la E. U. de Educación de Soria, 
que nos han enseñado que
 Creatividad, Firmeza y Solidaridad pueden ir de la mano.

Está claro que el mundo no se cambia a golpe de pistola, el mundo se cambia con abrazos y caricias.  Está claro que el mundo no se cambia quitando sino dando.

Está claro que el “ordeno y mando” se vence con el “creo y amo”.

Y con el creo, me refiero al creo de “crear”.

La Creatividad agarra al sistema por la cintura y se lo lleva de copas para bailar hasta las tantas.
Esta es la historia de cómo un sueño se adentra en la realidad y la cambia para convertirla en algo mejor.  Es una historia real.  Es la historia de “ell@s”, pero también es tu historia, seas quien seas, es nuestra historia, por eso es especial para tod@s.  Empieza así:

Y allí estaban ell@s, allí, en el Hall (anglicismo ya aceptado y que ha venido a desplazar a otros más castizos como “vestíbulo” o “recibidor”) de la uni, de la universidad que amo tanto tanto que a veces me enfado como mucho mucho con lo que pasa en ella.  Es lo que tiene el amor, y las pasiones que el mismo levanta, que nos producen, como dicen en inglés “strong emotions”.  A lo que iba, que divago…, allí estaban, ANIMOSOS, CREATIVOS, SOLIDARIOS, COMBATIVOS, y yo los miraba y casi me volvía a crecer la melena en esta crasa calva mía de pura empatía, de puro hermanamiento.  Y yo sentía que yo era ellos, que lo que les pasaba me estaba pasando a mí también aunque no me tocara en primera persona.  Y seguía mirándolos hasta llegar a sentir que todos nosotros éramos los mismos que sufrían los envites de la guerra en Siria, la hambruna en Sudán, el miedo absoluto del que está en tierra de nadie y degusta la cara amarga de la soledad.  Y no dejaba de mirarlos y de saber que aquellos seres luminosos que ahora llevaban la “máscara” de estudiantes universitarios puesta eran mis herman@s, así, sin más, y allí estaban, haciéndome sacar pecho y estirarme, si es que puedo , un poco más hasta que mi chakra pineal se fundiera con el rayo cósmico que nos une a todos y a todo y a el Todo.

Joder.  Qué fuerte.  O yo qué se.  O qué se yo (más bien poco, acaso nada, algo de literatura, algo de poesía, otro algo de didáctica, un poquito del amor y la amistad que nos hace humanos, pero poco, poco, tan poco…).

Hay veces en que uno camina por la calle (yo al menos lo hago) y va mirando a los ojos de la gente, buscando algo en ellos para ver cómo se sienten: si están tristes, si se acaban de enamorar, si les preocupa llegar a fin de mes, si están pensando en volver a empezar en algún país asiático (como ha sido mi caso tantas veces) o cambiar de trabajo o cambiar de nombre…, y de repente uno se encuentra unos ojos “salvajemente bellos”, tiernos y firmes a la vez, llenos de vida y de fuego y de amor y de lágrimas.  Y esos ojos encienden la llama en nuestro corazón y por dentro pegamos un grito que nos hace elevarnos un par de centímetros sobre nosotros mismos.  Ese es el palpitar de un corazón hermano que no es el nuestro y a la vez sí lo es, eso es lo que siento yo en esos casos.

Lo que siento cuando veo a mi perro Kibo correr como loco ahíto de pura felicidad.

Lo que siento cada mañana al despertar y ver que Raquel sigue a mi lado, que no ha sido un sueño el conocerla y que tendré otro día maravilloso para repetirle una y mil veces una que la quiero como si fuera el primer día, sólo que un poquito más (así soy de pasteloso, oye).

Lo que siento al entrar en clase y ver esos rostros luminosos que quieren compartir el conocimiento y expandirlo a su vez por los confines de la tierra.

Lo que siento cuando me tomo un café con mis compañeros y hablamos de cambiar el mundo de la Educación desde dentro, eso sí, estamos planeando hacerlo “al merme” que diría el Mota, para que los de arriba no se den cuenta (este blog, de eso estoy seguro, ellos no van a tener ni ganas ni tiempo de leerlo, así que seguirá siendo nuestro “plan secreto”).

Y esto mismo es lo que he sentido al ver a este grupo increíble de alumn@s dispuest@s a cambiar una situación injusta, como una piña, como herman@s, un grupo esplendoroso que me recordó a la épica barbárica de 300 o al ejército escocés plantando cara a los ingleses en Stirling, eso sí, esta vez no enseñaron el culo (como hizo, tan coqueto él, Mel Gibson en Braveheart), iban con el corazón en la solapa y ante tamaño gesto de valentía, uno no puede hacer otra cosa que quitarse el sombrero y, humildemente, saludar.

Sentí, como digo, el latido de su corazón.

Primero uno, delicado, silencioso, de forma trémula: pum

Luego otro, más animoso, incitando al primero: PUM.  PUM.

Luego todos juntos: PUM. PUM. PUM. PUM. PUM.

Y el mío, tan chiquito, creció y creció hasta comprender que éramos seres absolutos, y tan precisos como preciosos.

Y latimos todos a la vez con un PUM que todavía me resuena en las arterias.

Es lo que tiene estar rodeado de corazones latiendo en armonía y amistad.

Sonreí.  Con cierta tristeza, he de reconocerlo, porque ver injusticias me hiere, como a todos.
Y mentalmente abrazando a tod@s y cada un@, sin saber sus nombres o, mejor dicho, sabiendo solamente unos pocos, salí de aquella Universidad que hacía dos años y medio me había invitado de una manera poco afectuosa a marcharme, salí esta vez sabiendo que volvería al día siguiente, y que al día siguiente volvería a sentir lo mismo:

Que volvería a oír sus corazones latiendo como si fueran UNO y que el mío respondería latiendo, al menos por un segundo, junto al suyo.

Esto no es más que un mínimo homenaje a un gesto VALIENTE y SOLIDARIO.  Nada más.  No puede ser otra cosa.

Un gesto que reconoce otro gesto.

Un corazón que reconoce a otros corazones y se funde con ellos.

Nada más que eso.

Nada más y nada menos.

Cuando hace dos años se me invitó a bajar la cabeza y seguir en una “esquinita” para defender “lo mío”, decidí que, para el poco pelo que me quedaba, lo mejor sería levantarla aunque me llevara la primera, la segunda y la vigésima en el peazo frente que me ha tocado por suerte.  Hay veces en que perder es ganar, así lo sentí entonces y así lo siento hoy.  Me prometí también por aquel entonces que no volvería a dejar pasar la oportunidad de agradecer y reconocer, al menos simbólicamente, todos los gestos de valentía que viera a mi alrededor, que me inspiraran.

Cada vez que vemos estos gestos, todos somos un poco más humanos, salimos de Matrix  por un rato aunque a los Poderes Fácticos esto les toque las narices. 

Hemos empezado a DESPERTAR, herman@s mí@s, y llegará el momento en que aceptemos que todo aquello que le hacemos a los demás, nos lo hacemos a nosotros mismos.

Tu dolor, querid@ mí@, es mi dolor, tu alegría, amig@ mía, es mi alegría.

Gracias, alumnos del Grado de Educación de Infantil y de Primaria de la E. U. de Educación de Soria. 
Gracias por haber seguido firmes en vuestra PROFUNDA CREATIVIDAD y DECIDIDA FIRMEZA ante lo que muchos hemos considerado un sinsentido y una injustica.

Habéis sido nuestra inspiración.

En algún momento todos tendremos la oportunidad de agradeceros que nos hayáis ayudado a DESPERTAR, pero yo quiero hacerlo ahora.  Por eso del Karma, ya sabéis, o, mejor dicho, del Dharma (al menos mis alumn@s ya saben que es uno de mis “rollitos” así que no os pillará de sorpresa, ¿o sí?).
Yo al menos, eso lo tengo claro, os debo una.

Y, como dicen en Sánscrito (que para algo soy lingüista y filólogo aunque converso ya hacia la didáctica y la metodología), “SHANTIH”.

Me voy un rato a meditar, que luego tengo que ir a trabajar a la uni y tengo un día muy largo.

Besos para tod@s.  Namaste.

domingo, 18 de marzo de 2012

L@S MAESTR@S NOS DAN UNA NUEVA LECCIÓN


Frato, siempre maravilloso...
Esta entrada va dedicada a toda mi gente de la E. U. de Educación de Soria, porque cada día me enseña una hermosa lección que me hace más humano...

Tengo muchos motivos para dar las gracias al universo pero acaso uno de los más importantes es que mi vida transcurre entre “maestr@s”.  Y es que no dejo de aprender, mi tiempo de ocio está lleno de maestr@s y, como sabéis, lo mismo me ocurre en mis horas de trabajo.  Mis mejores amig@s son maestr@s, muchos de mis familiares son maestr@s y mis alumn@s son maestr@s....

Y en mi opinión los maestr@s son uno de los pilares que hacen que este mundo no se hunda a pesar de tanta inconsciencia y mala leche gratuita.

A lo que voy, l@s alumn@s de Educación de la E. U. de Soria andan revolucionad@s porque se han encontrado con una situación inesperada a la hora de hacer sus prácticas en las Escuelas.  Vaya por delante que en mi opinión tienen toda la razón y que lo que estamos viendo ahora es tan sólo una muestra de valentía que debería enorgullecernos a todos.  Viendo cómo se organizaban y debatían una situación injusta sentí verdadero orgullo de pertenecer a la “academia”, no a la Academia con mayúsculas, que ya  no tiene sentido, sino a esa otra más universalista y totalizadora, la verdadera universidad del conocimiento que siempre ha debido educar en valores y contenidos por igual.

La situación, en base, es simple (ningún  problema lo es, por otra parte, pero el origen del problema suele serlo), hay más alumn@s necesitados de prácticas que maestr@s tutor@s…, pero esto se debe, en gran medida, a una polémica decisión de la Junta de Castilla y León que ha llevado a un buen número de maestr@s en activo a plantarse y no aceptar alumn@s este año.  El quid de la cuestión radica en un Curso que “obligatoriamente” han de hacer los maestr@s para “ser capaces” de ocuparse de lo que han venido haciendo años y años con constancia, generosidad y acierto.  O sea, que se supone que ahora tienen que enseñar a los maestr@s cómo han de “tutelar” a los alumn@s, y yo me pregunto quién le va a enseñar a un cirujano que lleva operando 10 años cómo operar, ¿acaso un licenciado en Filología, como es mi caso?  Un sinsentido, vaya, al menos un sinsentido para mí, y, parece, para otros muchos.

Estamos tan acostumbrados a empezar la casa por el tejado que ya ni nos damos cuenta,  se creían que habíamos perdido nuestra capacidad de “despertar” pero no ha sido así, gracias a estas generaciones de jóvenes maravillos@s el mundo está volviendo a florecer, son la Luz del Mundo.  El movimiento hippie no  pudo funcionar porque no era el momento, la Generación X (a la que pertenezco por edad biológica antes que por códigos culturales) fue un momento de espera hacia el vacío, los milieuristas llegaron (llegamos, fue lo que gané durante muchos años, ahora ya me gustaría a mí ganar mil euros, que no llego a eso ni por asomo) y se fueron, los ni-nis, los nimileuristas…, ahhhh, nombres y nombres que buscan los de “arriba” para etiquetarnos y meternos en cajitas de las que no podremos salir nunca, etapas tan sólo en este camino que hemos iniciado para mandar a la porra un orden que se ha convertido en desorden.
La luz combativa de est@s muchach@s que están dispuest@s a señalar lo que parece “incorrecto” me llena de alegría y me hace sentirme muy cerca de ell@s.  Acaso por las veces que en el pasado vi injusticias y callé y miré para otro lado…

Y aquí estamos, viendo cómo un nuevo mundo sale de debajo de una fachada que empieza a agrietarse, aquí estamos, con el corazón en la mirada, y seguiremos en ello,  porque sí, porque creemos en cambiar las cosas y porque puede que haya llegado el momento…

Todo esto me recuerda a aquella historia budista del viejecito y la cuchara que tanto me gusta y suelo contar en mis clases…

A la sombra de una enorme montaña de basura, un pueblecito estaba muriéndose por falta de luz, las plantas eran cada vez más pequeñas, los niños más raquíticos y los lugareños día tras día no dejaban de criticar la situación pero todos seguían sin hacer nada, de hecho lo más normal era ver a los más fuertes y capaces del poblado quejándose por lo mal que iba todo aunque nunca llegaban a decidirse a buscar alguna solución… 
Pero un día Xian-Cho, el más viejo del lugar, con sus 92 años y un día, cogió una cuchara y se puso a quitar trozos de la montaña con una sonrisa en la mirada; todos fueron allí, le llamaron loco y se rieron de él diciéndole que lo que hacía era una estupidez.  Pero Xian los miró con amor y les dijo:
"la basura se puede mover, sea la que sea, y sólo tenía a mano esta cuchara, alguien tiene que empezar, y si sólo me quedara un día de vida, me parece una buena manera de pasarlo, se me ilumina el corazón al pensar que los niños en algún momento volverán a sentir el sol acariciándoles la piel mientras juegan las tardes de verano y que las jóvenes parejas se volverán a besar junto al río disfrutando de las mismas puestas de sol que yo disfruté con mi amada.  Si queréis ayudarme, os lo agradezco, si no, no pasa nada, yo lo hago porque quiero hacerlo, simplemente..."

Ah, qué maravilla ser vuestro hermano, amig@s mí@s, qué privilegio el mío poder compartir este sueño con tod@s vosotr@s.

Os dejo con mi poema sobre la E. U. de Educación, el Centro Educativo que tanto me ha dado a lo largo de los años y el que sigue lleno de almas luminosas plenas de bondad y conocimiento.

Gracias por estar ahí.  Sois necesarios, la más leve llama puede propagar el amor y la esperanza.

MAGISTERIO
(Incluido en Esto es lo que hay, poesía 2005-2007, sin publicar)
Por Francisco José Francisco Carrera

Para la E. U. de Educación de Soria
y la gente que la compone,
que me ha enseñado a apreciar 
el silencio detrás del silencio
que se esconde detrás de las palabras.


El haber vivido el cielo y la tierra
en estos muros,
haber aprendido el susurro de la hierba
en cada sala,
abandonarnos dulcemente cada noche
al sueño de colores y fragancias
en un mundo sin ira ni tristeza
y habernos despertado sonriendo
ebrios y plenos de hermosura.

Sentir el misterio de la risa
en cada poro, en cada célula,
recordar que la luz nunca cesa
en las ventanas del alma,
fluyendo lentamente hacia un ocaso
que se hará bella madrugada
y en la que nos declararemos
orgullosos de estar para siempre
heridos de vida y de ternura.

Al fin,
haber compartido el idioma del amor
con cada alumno y en cada clase
pues eso y no otra cosa
es aprender a enseñar
y el verdadero nombre de la rosa.

domingo, 11 de marzo de 2012

MI "GRAN" BODA BUDISTA

Mi imagen favorita de buda

Raquel y yo nos casamos por el rito católico hace casi 5 años…, yo, como sabéis, no soy católico practicante, soy, por así decirlo, calvo practicante y poco más.  Medito, me encanta el té con bergamota, me apasiona los sufíes y muchas partes del Corán, el cristianismo gnóstico me llena de luz y alegría, el budismo, el zen y el tao también, y el café solo o con leche (que lo estoy intentando dejar) me gusta a rabiar…, tanto como me gustan Queen, Nirvana, los Beatles, Iron Maiden, Coldplay y los Muse, salir a correr o hacer abdominales, dar clase, estudiar, mirar a los ojos a mis alumn@s y a mis compañer@s y darles las gracias por el mero hecho de existir…, bueno, que son muchas cosas las que me gustan.  Pero no, no soy practicante de ninguna religión.  Ahora bien, sí soy, desde chiquitín, muy consciente de la espiritualidad y desde hace algunos años, la espiritualidad más manifiesta dirige todos los aspectos de mi vida.  Y esa espiritualidad es el Amor y ya está.

Hace poco recordaba con mis querid@s amig@s/alumn@s (enseñar es aprender a querer) cómo tras nuestra boda católica, por tener cierto sentido de equilibrio, le propuse a Raquel que nos casásemos en la más profunda intimidad por un rito budista.  Le pareció bien, le encantó, de hecho, Raquel es así de fascinante y maravillosa.

Y así, una noche clara de verano, nos sentamos en el suelo, encendimos velas y, mirándonos a los ojos, nos ofrecimos desde el corazón las siguientes palabras supuestamente proferidas por buda (la que sigue fue mi versión de la declaración, lo que no está “entrecomillado” son mis palabras añadidas para el “evento”).  Es un texto largo pero que leo cada poquito tiempo y siempre se me ilumina la mirada:

Yo, desde  mi más profundo foco de ser, me comprometo contigo, Raquel, a respetar y cumplir los siguientes principios en los que creo con todo mi corazón:

“En el terreno intelectual, vamos a dejarnos el uno a otro ser lo que somos.  ME CASO CONTIGO prometiendo que de ninguna manera intentaré que me imites o que veas el mundo exactamente como yo lo veo.  No cambiaré de humor, reclamando sin cesar un “quiero que pienses esto o lo otro”.  Respetaremos siempre lo que somos sin sentirnos culpables, sin permitir que nadie intente imponernos conductas o ideas que no sean los nuestros.  Tendremos derecho a expresar nuestra propia visión del mundo, aunque difiera de la del otro.  No nos impediremos ver ni oír lo que nuestra curiosidad nos pida.  Tenemos derecho a desarrollar nuestros sentidos en la dirección que nos convenga.

En el terreno emocional, reconoceremos que no todos nos amamos de la misma manera.  No nos someteremos a la tortura de querernos unir de un modo que no sea el nuestro.  Nos amaremos como podamos amarnos, sin tratar de ser espejo, sin aspirar a una quimérica fusión, sin desear serlo todo el uno para el otro.  No nos encerraremos en una relación exclusiva, sino que iremos agregando a nuestro cariño el cariño por nuestros hijos, por nuestro parientes, por nuestros amigos, por aquellos a los que admiramos, por la humanidad entera, por todos los seres inanimados o vivientes, por ese impensable que llamamos “Dios”.  Reconoceremos que el amor no es la búsqueda de la igualdad sino de la diferencia complementaria.  No seremos dueños ni propiedad el uno del otro, nos ataremos con nudos que siempre sabremos deshacer, nos ayudaremos a conservar en lo más profundo de nuestro ser un área privada, nos protegeremos mutuamente pero sin privarnos nunca de nuestra libertad.  Caminaremos juntos bendiciendo cada uno de nuestros pasos, pero si nuestros caminos se separan, lo aceptaremos deseando lo mejor para el otro en su nueva vida.

En el terreno sexual, comprenderemos que el encuentro de nuestros cuerpos es un placer que debe ser explorado y desarrollado.  La verdadera clave de una descendencia feliz es el goce con el que la engendramos.  Tendremos hijos del placer, no del deber.  El placer será mutuo y sin límites.  Nos permitiremos expresar nuestros deseos, solicitando esta o aquella caricia, aceptando satisfacer las fantasía sexuales del otro pero teniendo también el derecho a negarnos.  La sublimación y la abstinencia deber ser sinceras y no disfraces de la frustración.

Compartiremos un espacio pero nos permitiremos también tener un territorio personal, con la promesa de no invadir nunca el del otro, respetando nuestra necesidad de soledad.

En ninguna parte soy algo de alguien, y en ninguna parte hay algo que sea mío”

Y con Dios en mi corazón, fluyendo en cada una de mis palabras, de mis actos, de mis pensamientos y de todo lo que verdaderamente soy, Raquel, te digo que quiero crear una vida contigo, ser tu compañero y con la Conciencia del mundo presente en este acto firmo con el nombre que se me ha dado este contrato de efímera eternidad.


Y así ha sido hasta hoy, no todo el mundo conoce de esta otra parte de “nuestro matrimonio”, y lo más bello es que para ambos las dos ceremonias tuvieron el mismo peso, la misma importancia.

Nada hay más grande que el amor, el amor es absolutamente todo, a veces lo olvidamos y llega el miedo y el sufrimiento.  Pero estamos aquí, amig@s mí@s para ofrecernos ese amor incondicional en todo momento.  Gracias a tod@s por ayudarme a no olvidarlo, por ayudarme a ser consciente de qué es lo importante y qué no lo es.

Hoy, domingo, os quiero enviar un enorme abrazo a tod@s.

Que disfrutéis.

Yo lo haré pensando en cuánta suerte tengo de haberos conocidos a tod@s y cada un@ de vosotr@s, recordando dulcemente que el sol brilla más cuando se refleja en los ojos de un grupo de niñ@s que juegan en el parque sin pensar en el mañana.

sábado, 3 de marzo de 2012

EL APELLIDO DE MI MADRE

Que llevamos viviendo años y años (siglos y siglos) en una sociedad androcéntrica es obvio.  Que hace  ya muchos años que somos legión los que hemos dejado atrás la identidad personal basada en la biología es también obvio.  Ya he hablado muchas veces de esto y mi blog La mirada de la Medusa es todo un “compendio de ideas” sobre ello.  Pero debido a que este año estoy enseñando didáctica de la lengua oral y escrita (un abrazo enorme desde aquí para tod@s mis alumn@s de la E. U. de Educación de Soria, tan llen@s de buenas ideas y con tantas ganas de cambiar el mundo, bien sé que lo intentaréis de corazón) me estoy replanteando un número de aspectos sobre lengua, identidad y poder establecido.

Hoy quiero a hablaros de este sinsentido que es adjudicar "por defecto" el apellido del padre a los hijos, sinsentido, digo, para mí.  Vaya por delante que lo que es a mí, me sobran los apellidos, que si alguien los quiere se los cedo, que por sobrarme me sobra hasta el nombre.  No soy mi nombre, ni mi manifestación biológica masculina, ni mi opción sexual hetero, ni mis trajes, ni mis camisetas de videojuegos, ni mi calva, ni la melena que tenía cuando era adolescente y heavy practicante…, pues eso, que no soy eso y mucho menos mis apellidos.  Mis padres en su profundo amor tuvieron a bien darme esta vida preciosa y de regalo una hermana que es el sol y la luna juntos (hermana mía, tan linda fuiste en mi infancia, tan linda ahora, tan linda siempre…), esa vida que soy, que no entiende de nombres, apellidos, formas, países o idiomas, es la vida que unifica todo y ama cada una de las manifestaciones formales. 

Como ya he dicho tantas veces, celebro las formas por lo que son, una especie de glorioso espejismo, pero lo que me interesa de verdad, lo que valoro es lo esencial, aquello que, como se decía en "El Principito" (libro necesario donde los haya), no es visible a lo ojos pero que se puede ver con el corazón.

Como digo, esas “etiquetas” que llevamos colgando de la pechera con nuestros nombres y apellidos me resultan divertidas, bonitas, pero tan poco importantes…, pero con todo, algo indican, aunque sea un modo sociocultural que se nos impone.

Y vuelvo a los apellidos…, uno nace y zas, le planta el funcionario de turno un sello con el apellido del padre y, hala, a navegar por el ancho mundo.  Y generalmente no se le da muchas más vueltas al asunto…

Ahora bien, desde hace tiempo yo tenía claro que si alguna vez tengo hijos con Raquel, me gustaría que llevasen primero su apellido.  Raquel, me dice, también está de acuerdo.  Y me alegra de que esto sea así ya que la mujer, es obvio, porta al nuevo y maravilloso ser en su cuerpo durante 9 meses y pasa por el parto, vamos que vive el proceso en primera línea, está claro, y por ello también siento que, aunque los apellidos no son importantes, si hubiera que elegir uno porque no hubiera un acuerdo mutuo, este debería ser el de la madre.

Pero claro, esto nos plantea una serie de “incomodidades”, lo que suele ocurrir cuando tocamos aspectos “megalíticos” y supuestamente inamovibles, esto es, cuando nos replanteamos la tradición o lo que se ha hecho siempre…

Y aquí me acuerdo de un cuento africano, muy bonito, he reescrito la historia y así os doy mi versión, a ver si os gusta…, lo voy a titular El Cuento del Caldero Copón de Grande:

EL CUENTO DE LA OLLA COPÓN DE GRANDE

En la aldea Más-allá-del-Horizonte siempre se había cocinado de la misma manera, desde hacía 1000 años se cogía un perolo gigantesco hecho en roca y se encendía un pequeñísimo fuego para calentarlo, resultado, se tardaba un montonazo de tiempo y claro a veces se comía hasta de mal humor porque la gente llegaba a estar canina de tanto esperar...  

Pero un día, la Niña-de-ojos-luminosos-como-la-luna-de-agosto se acercó a su mamá y le dijo, “mamí, ¿por qué se tarda tanto en hacer la comida?”, su madre con mirada condescendiente le dijo “ay, cosita, qué vas a saber tú que eres una niña de 8 añitos..., se tarda lo que se tarda, hace miles de años se nos enseño a cocinar y esto siempre ha sido así, hemos de aceptarlo, tu abuela cocinaba así, tu bisabuela cocinaba así…, hemos de ser respetusosos con el pasado; anda, vete a jugar y deja que los mayores se ocupen de las cosas importantes.”.  

La niña sonrió pero no acababa de entender esa idea de que “siempre se ha hecho así, vamos a seguir haciéndolo así”.  Le parecía un poco tonto y todo, pero no dijo nada porque quería pensar sobre ello.  En su pasión vital por descubrir la vida (lo que les pasa a todos los niños si no les apagamos ese fuego a base de gritos y mala leche y los manidos "porque lo digo yo"), la niña siguió observando y pensando y días después fue directamente al jefe del poblado y le espetó “Hombre-de-gran-inteligencia-y-corazón-de-sol, ¿y si cocinásemos con perolos más pequeños haciendo más fuegos o acaso usando un fuego más grande para calentar la peazo olla esta que nos han ido pasando desde que el mundo nació?  

El jefe, que andaba rascándose el cocoroto, y pensando en cómo mejorar la producción de verduritas del poblado, se quedó de una pieza porque, en su “ofuscación”, se le había pasado lo que era evidente.  Lo que sirvió en un momento no tiene por qué servir al siguiente, ató cabos recordando las leyendas que decían que cuando se creó el calderote aquel no existían herramientas capaces de subdividir las rocas enormes que utilizaban y por eso esperaban a encontrar recipientes grandes horadados por los elementos (se lo atribuían a los Dioses protectores del poblado); además, la madera no abundaba tampoco, así que eso explicaba el porqué del fueguito que se utilizaba, pero ahora tenían unos bosques maravillosos y sabían como cuidarlos y sabían cómo crear recipientes de distintos tamaños porque habían desarrollado nuevas herramientas..

El Jefe cogió a la niña y se la subió a los hombros y empezó a bailar la canción del verano (aunque estaban en invierno), desde ese día las cosas cambiaron y cada cambio se celebraba con alegría…

Y yo me pregunto al final… ¿tiene sentido aceptar como lo “normal” el que en nuestra sociedad se presuponga que el apellido del padre tiene que ir antes que el de la madre, así, sin más reflexión?

Ahí queda eso para rumiar…

Un besote!!!