¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

sábado, 14 de noviembre de 2009

SOBRE LA ADOLESCENCIA, EL HEAVY METAL, LA MADUREZ Y LOS BAJOS


Esta entrada, amigos míos, va a ser personal, quedáis advertidos. Airearé mis calzoncillos más infamemente sucios a la vista de todos, así que ya sabéis, si creéis que no vais a soportar la visión de la bestia parda y calva, cerrad vuestros ordenadores ipso facto, pero si estáis preparados to hit the heavy road with me, well, then, get ready for the show, my friends.

Aquí os abro un poquito de mi corazón y de mi mundo, de un pasado del que ni me enorgullezco ni me avergüenzo, simplemente me alegro de que todo fuera como fue porque no podía ser de otro modo y porque cada uno de los peldaños del camino era necesario para llegar hasta aquí, hasta este mismo segundo en que nuestras vidas coinciden. Lo que siento es amor, cariño profundo y amor verdadero por todo lo que ha sido y, sobre todo, lo que es. Please, bear with me the story about to unfold.

Corría el año 1989 y un jovenzuelo de 16 años del barrio de los Pajarillos de Valladolid se estaba iniciando en el magisterio del metal pesado. Después de unos titubeantes inicios de niño bien y amante del tecno-pop, llegaron a mis oídos los acordes crepusculares de dos de los grandes maestros del género: Judas Priest y Iron Maiden. Ese fue mi verdadero "rito de paso" metalero. Uno de mis grandes maestros musicales por entonces era mi maravilloso cuñado (er Javi, a big round of applause for him) y aún recuerdo dos regalos suyos, el Killers de los Maiden y el Sad Wings of Destiny de los Judas. Ay, qué recuerdos. También mi querido Javi me acercó a ese triunvirato mastodóntico que sentó las bases del metal pesado: Led Zeppelin, Deep Purple, Black Sabbath.

Eran años locos para mí, y también para mi queridísima familia. Lo cierto es que fui un adolescente "terrible", rebelde con o sin causa que necesitaba explorar los límites de todo o casi todo. Dejé los estudios (para trabajar en una carpintería y casi hacerme soldado profesional, pero eso es otra historia), bebí más de lo prudencial (y eso que nunca me gustó ni me gusta el alcohol), fumé como si tuviera acciones de alguna tabacalera..., como digo, de todo esto ni me enorgullezco ni me arrepiento. Tuvo que ser así, era necesario. Fue lo que fue. Ahora es lo que es. Todo tiene sentido. Siempre lo tuvo. Socialmente era una "oveja negra", pero siempre lo tuve a mucha honra. Me gustan las ovejas (tan lindas ellas) y me gusta también el negro (tan negro él). Ya está, end of the story.

La adolescencia es lo que tiene. Marca, de una manera u otra, pero marca. Fue la época más intensa de mi vida y mi corazoncito adulto reconoce cada mañana en el espejo a aquel petit savage que tuvo a bien rasgar el velo de la percepción a través de la rebeldía del cuero negro, las tachuelas y el Heavy.

Pero la historia sigue (es lo que tienen las historias, ¿verdad?). Y es que por aquel entonces iba a formar con mi amigo Marco mi primer grupo de Glam Metal. Yo no tenía ni idea de tocar instrumento alguno y de la manera más peregrina acabé haciéndome con un bajo (hace poco me preguntaba Raquel que por qué elegí el bajo, y no supe muy bien qué decir). Sin duda el bajo me eligió a mí y eso fue toda una suerte.

Aquí me véis con ese primer bajo de mi vida, un "Talmus" de la época, le falta la cuerda de MI (sí, la más gorda) pero da un poco lo mismo porque está escacharrado y ya no suena. Asimismo veis mi primer amplificador (que también está escacharrado, sniff, sniff, sniffito). Para que nos hagamos una ligera idea del heavy del pasado, tendríamos que echarle imaginación y poblar mi crasa calveza con una melena morena y algo rizada a la que, en un arranque de glamour, añadiríamos unas mechas rubias (se llevaban por aquel entonces, qué se le va a hacer). Pero bueno, con lo que tenemos nos hacemos una idea (o no). Las fotos de la época son pocas y hay que preservarlas...

Reconozco que aún me emociona acariciar este primer bajo, comprado de segunda mano, y que más que un instrumento musical se convirtió en un fetiche para mí. Sique presente en mi vida, en un rincón de nuestro salón y en un rincón de mi corazón.

Volviendo al grupo en cuestión, primero se llamó Wicked Lester, después Four Roses para acabar como Crazy Joker. No pasamos de ser una pandilla de alucinados con pose rockera. Ensayábamos poco y tocábamos menos. Estábamos más preocupados porque las muchachas de entonces se enamoraran de nosotros que por componer canciones. Creo que, con respecto a esto, fui sin duda el que menos suerte tuvo. Cero patatero. De mi tiempo en el grupo, doy fe, posiblemente fuera el único que no ligó nada de nada. Y claro, molaba más salir con el guitarrista del grupo que con el bajo (aunque, como era el caso, fuera alto). Pero, me reitero, fue lo que tuvo que ser, ahora es lo que tiene que ser. Period.

Pero, amigos míos, me enamoré del bajo eléctrico. Y eso, believe me, my friends, es una suerte maravillosa para un melómano como yo. Te acostumbras a escuchar en todas las canciones los sutiles ritmos que crea el bajista, te conviertes en el corazón de todo tema, alejándote de la melodía te vuelves primigenio, telúrico, más down to earth, reconoces los ritmos de la bestia y palpitas con el universo debajo de toda la belleza de las formas solistas..., ay, cómo me gusta el sonido del bajo. Pero la historia sigue...

Y la luz del fuego y la frescura del agua que es mi mujer me ayudó a que la tuerca girase una vez más... (ay, Raquel, cuánto te quiero, te lo digo bajito, ahora que hay gente por aquí leyéndome, para que no se enteren, que me da corte, casi tanto corte como cuando te dije por primera vez "estoy enamoradísimo de ti"). Hoy estoy digresivo y es que soy postmoderno en mi discurso..., arranco para luego parar, volver atrás, abrir nueva historia, quedarme en mitad de la nada, olvidar mi camino y volver para atras, whatever.

Me diréis entonces "¿pero qué narices pasó después?, no saltes todavía al presente. Desde A a C se va por B, retoma tu discurso de forma lógica, que ya te vale de tanta licencia literaria". Vale, sí, soy buen conocedor de la Teoría Literaria como profesor y escritor, que son años de dar clase en la UVA y en la Uned, cierto, así que me voy a poner clásico y tradicional sólo por esta vez. Vayamos, pues, a B antes de llegar a C.

El muchacho salvaje y melenudo empezó pronto a calvear..., la vida cambió, decidió enamorarse de Inglaterra aunque tuvo un affair con Irlanda muy pronto en la relación. En otras palabras, decidí cambiar para ver qué pasaba, a su manera seguía siendo el muchacho que necesitaba explorar límites para ver qué narices era la realidad. Así, el contraste académico, por ejemplo, no puede ser más brutal. En la primera evaluación de 1º de BUP sólo aprobé la gimnasia y el inglés (ya apuntaba maneras...) suspendiendo las otras 7, en COU saqué Matrícula de Honor general. La universidad fue una época de extremo estudio, cursé 39 asignaturas, de ellas obtuve Matrícula de Honor en 20, sobresaliente en 15, notable en 3 y un solo aprobado. Enseguida empecé a trabajar, primero en Inglaterra, luego en la Universidad de Valladolid y en la UNED. Y repito lo que he dicho, todo esto no es ni más ni menos importante que mi época "salvaje", ambas eran necesarias, a ambas las quiero con pura pasión. Fue lo que fue. Ahora es lo que es. El futuro no existe.

Sí, es cierto que, hombre con suerte que siempre he sido, la vida quiso regalarme tres momentos de pura epifanía que unían al intelectual y al rockero en el mismo espacio y que quiero recordar aquí. El primero se dio en mi curso de Literatura Inglesa en la E. U. de Educación de Soria, para mis amadérrimos chicos de tercero (un abrazo enorme para todos vosotros, estéis donde estéis, aprendí mucho de cada uno de vosotros y me he llevado vuestras sonrisas prendidas del corazón), donde trabajé un poco por encima las relaciones entre literatura en lengua inglesa y la música rock. El segundo fue, cómo decirlo, para fliparlo en colorines, uno de mis momentos top ten en el estrado de profesor universitario. Tuve el privilegio de dar una conferencia sobre heavy metal y literatura inglesa en un congreso sobre Metodología del Inglés en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid. Aquello, amigos míos, fue pa "mear y no echar gota".

Pasen ustedes y vean las fotos parte de la presentación en power point..., teniendo en cuenta que inicié la conferencia con la peluca (aunque en traje, no en vaqueros y camiseta negra), y digo que inicié porque hacía tanto calor (era mayo) que a poco me da algo de la sudada que me pillé así que me la tuve que quitar.



















El tercer momento fue, cómo decir, bellísimamente surrealista y es que tras mi conferencia recibí un mensaje de una de las asistentes (alumna de Filología Inglesa en Valladolid) muy interesada por el tema y que me puso en contacto con la Radio de Espinosa de los Monteros para participar en un programa de radio donde durante dos horas pude decir tantas y tantas cosas que siempre habia querido decir. Raquel, que escuchó la entrevista íntegra, da fe de que me lo pasé como un niño chico en un recreo perpetuo con baúles de golosinas en cada esquina. Un momento ciertamente inolvidable. Como os decía, soy un tipo con suerte, y es que hasta cuando se me acaba la suerte creo que tengo suerte.

Y el destino, quedón, te lleva al abismo, y tú, o tú, espectral figura del sueño, te haces realidad. Y das las gracias, y abrazas la nada. Y te dejas ir. Todo te es dado al dejar de pedir. Respiras, ergo eres feliz. Y así, el universo, como sabéis me hizo ir a una nueva etapa, ante una situacion grotesca en la Universidad en la que trabajaba, tuve que decidir qué hacer o, mejor, qué no hacer. Y acabé así, aquí, con vosotros, escribiendo este blog, retocando mis poesías, proyectando nuevos proyectos y..., agarraros los pelillos de las orejas...TOCANDO EL BAJO DE NUEVO.
Voy a ir acabando este neverending post. Llegamos por fin a C, al presente del aquí y ahora. Veis en la foto mi nuevo bajo: un Yamaha maravilloso que me he comprado animado por Raquel. Y es que en esta última semana ya hemos empezado a componer nuestra primera canción juntos (una zumbadera gótico-operática-progresiva que lleva por título provisonal "A World of Darkness", para dos voces, bajo y sintetizador).
Y con esta última foto, os plantearéis que qué quiero decir con esta entrada dominical..., pues algo más que contaros una parte (una pequeñísima parte, un fragmento) de mi vida.
No, esto va más allá. Bastante más allá.
Esto es un canto, de nuevo, a la grandeza del momento presente. Siempre he opinado que el pasado y el futuro son inventos sociales para controlarnos. "Tú eres lo que tu pasado ha hecho de ti y tienes que pensar en el futuro" SON DOS PENSAMIENTOS LIMITADORES QUE DEBEMOS ALEJAR DE NOSOTROS. No, no somos el pasado ni seremos el futuro. Somos, simplemente somos. Nos sabemos qué habrá en el futuro porque no existe y el pasado simplemente es importante porque tuvo que ocurrir, no porque nos limite en el presente. Si hace unos meses me dicen que iba a volver a tocar el bajo eléctrico y a componer algún tema con mi mujer (tan dotada para la música, pianista excelente y de alma profundamente melódica), me hubiese dado la risa, ahora, que es lo que es, también ma da la risa. La profunda risa de la que habla Osho en sus escritos, la risa cósmica de estar vivo, de estar "caido en el amor" (larga vida a la expresión inglesa que es tan bellísima), de estar y ser al mismo tiempo. De estar con vosotros, amigos.
Gracias, gracias y gracias por vuestra luz y que esta semana os florezcan las entrañas y vuestra mirada sintetice el cielo y las nubes en cada una de vuestras palabras.
SHANTIH.

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