¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

jueves, 20 de noviembre de 2014

Crítica de Nueve de Rufus T. Firefly

La portada, como veis, ya es una obra de arte hipnótica

Quizás debería reseñar primero el disco anterior de los Rufus T. Firefly, quizás. Lo cierto es que creo que canciones como "Incendiosuicida" y "El séptimo continente" son de lo mejor que he escuchado en los últimos años y por ello debería empezar reseñando ese disco, el enigmáticamente conocido como Conjunto Vacío. Pero bueno, aquí quiero reseñar, acaso por la novedad, su último disco, titulado Nueve. Recién puesto a la venta, apenas he podido aguantar unas horas para comprarlo vía i-tunes el mismo día de su salida.
Vaya antes un aviso: no soporto la música en español. En mi condición de hablante bilingüe español-inglés, siempre me he decantado por la música anglosajona, desde muy jovencito. Y eso me ha marcado, es obvio. Dentro de mis, digamos, 10 grupos favoritos, era difícil que se me colara algún grupo español. Pero las cosas han cambiado últimamente. A día de hoy se me "cuelan" felizmente cuatro grupos patrios (si esto de patrio tiene algún sentido, not for me at least, pals, not for me): The Wildborns, Arizona Baby, Havalina y, claro, Rufus T. Firefly.
No es menester que me ponga ahora a hablar de la vida y  milagros de estos últimos, para eso tenéis internet, ¿no? Si no los conocéis, esto es algo que deberíais arreglar pero ya. Yo al menos fue ver este vídeo y decir, osplis, flipan, flipan, FLIIIIIIIIIIIIIIIIPAN!!!!!!!!! Pincha AQUÍ para verlo...
Y yo sigo con lo mío.
A comentar, que para eso he sido profe de literatura inglesa y norteamericana por más de una década en la uni y eso de comentar "textos" me pierde cosa mala, como ya saben muchos para su fortuna o desgracia.
Nueve retoma su anterior trabajo y lo abandona. Es una cosa rara y familiar a la vez. Primera impresión, primera escucha, vale, sí, me gusta, son los Rufus, no te digo más, son etéreos y telúricos a la vez, tienen chicha y limoná. Unas guitarras hipnóticas, unos teclados que juegan con patrones progresivos y sinfónicos sin dejar de aportar un toque naive muy chulo y ambiental cuando menos te lo esperas, una bateria precisa y a la vez preciosista que da más cuando se pone sutil e intimista (que lo hace a menudo), un bajo (reconozco mi especial atracción por este instrumento que he tocado poco y mal, pero algo conozco) que palpita como un corazón enamorado (melódico de cuando en cuando, a ratos duro y salvaje) y una voz que susurra y desgarra, a veces al mismo tiempo.
Estos son los Rufus.
Una especie en extinción.
Ahí es nada, brothers an sisters, los Rufus.
Animales míticos que vienen de un tiempo en que el mundo era joven y salvaje y dulcemente perfecto.
Los Rufus, colega. Los Rufus.
Escuchad "Nueve", por ejemplo, la canción que da título a este trabajo, un corte casi disco que no abandona tampoco la zona indie más guitarrera propia del grupo, pero aquí los loops se superponen de forma hipnótica, sorprende observar cómo el teclado abraza al resto de los instrumentos casi sin que nos demos cuenta.  Es algo nuevo, ya digo, pero a la vez viejo. A mí me dan ganas de bailar, algo que no me pasaba con sus temas antiguos, y esto no es ni bueno ni malo. Es. Y a mí me gusta, ya os digo. El bajo, por cierto, brilla de forma proverbial, es un torrente que parece querer salirse del tema de pura y extrema vitalidad.
Pero bueno, es que en este disco hay más cosas, muchas cosas, incluso cuando hay menos cosas hay tantas cosas que no sabemos casi adónde mirar...
"Metrópolis" es un buen medio tiempo (el término con el que solemos describir los temas que no son cañeros ni baladas), se arrastra de forma cansada y eso nos hace que pedacitos de nuestro corazón se nos caigan también al suelo (acordaos luego de recogerlos), es melancólico ("sólo quiero olvidarme y guardar silencio", llega a decir), el estribillo se pone dulce y tristosón y a mí me recuerda a los mejores Porcupine Tree y tiene un aire British  (¿serán una de sus influencias? A saber, tampoco importa?) que a los que hemos vivido por esos lares nos transportará a las oscuras calles de Manchester o Liverpool, de Oxford o Leeds, esas desesperantes lluvias que amamos y odiamos como si la vida nos fuera en ello. Me encanta la sección central, una breve caricia instrumental que es rota en seguida por una voz que se queja y destroza de nuevo cierta tendencia a la perfección. Un tema interesante, cuando menos, y con una letra muy conseguida y un gran trabajo del teclista, por cierto. El final de la canción eleva un poco el rollo más oscuro y presenta cierta luminosidad después de los cielos encapotados que nos ha hecho visitar.
Y luego llega esa introducción del tema que sigue que, por cierto, me recuerda a los primeros Genesis, los de Peter Gabriel, ya ves tú. Pero bueno, ahí está un nuevo temazo que "will crack the sky", así, sin más milongas. "Lie E8" me recuerda trabajos anteriores, aquí me fascina la baterista, cómo sutilmente va dando forma a toda la canción de una forma tan evidente como delicada. La voz y el sonido de la percusión me raptan y hacen que lo demás apenas ocurra (pero ocurre), sinergia perfecta y feliz, como el verdadero amor, como la más simple felicidad. Regreso al rostro detrás del rostro, como decían los patriarcas Zen... No sé, es como besar con los ojos, como reconocer en la calle un amor de otra vida que ni siquiera has podido (re)conocer en esta y sentir ganas de llorar y dar las gracias por estar vivo, todo a la vez y a lo bestia. Al final la línea de bajo es un tobogán hacia el cielo..., o el infierno, it's up to you, mate, after all it was always your call!
Algo más industrial, al menos en su arranque, es "Pompeya", con un ritmo matemático y una guitarra insultantemente "in-your-face" que compite con la voz aparentemente sintetizada del cantante. Algo también extraño y familiar (ya os digo que esto es una constante a lo largo del disco si conoces sus obras anteriores). Uno de los temas que ya nos habían adelantado y que acaso por eso me ha pillado menos por sorpresa, me gusta porque este me recuerda a algunos temas muy bribones y canallas de mi músico favorito, el Peter Gabriel de la época en que no ponía títulos a sus discos. Esto es tremendamente retro y tremendamente moderno, es, según el filósofo S. Pániker, algo "retroprogresivo" (sorry, pals, no puedo desprenderme de mi piel de profe universitario y he de acudir a referencias librescas para entender lo que pasa en este disco). El final del tema aturde con su conjunción de instrumentos y nos deja un tanto perdidos..., bien por eso, sólo si estamos perdidos podremos al fin encontrarnos. Chapeau!
Y seguimos con "Demerol y piedras"..., algo bastante..., no sé, tranquilo, apacible, lírico, no tanto por la letra como por la instrumentación y la voz dulce que da forma a lo que aquí pasa. Es una canción aparentemente fácil de escuchar después de las anteriores, más cargadas de "ideas" y "sonidos", pero es engañoso, claro, como todo en estos genios musicales. En su menos hay más. Fijaos sólo en cómo el teclista crea "soundscapes" propios de los más sutiles King Crimson, pequeños latigazos de color melódico, o escuchad como la sección rítmica simplemente (¿simplemente?) acompaña sin requerir protagonismo y por ello da espacio a la voz para que se nos meta en las entrañas. Es un sueño. Esta canción es onírica. Entendedla como tal y la disfrutaréis en 4D al menos :)
Y llegamos a lo mejor porque a mí lo que más me gusta es cómo acaba el disco con dos de los mejores temas jamás compuestos por los Rufus...
"El increíble hombre menguante" (que sónicamente va unido al anterior tema sin transición) vuelve a un sonido envolvente y bailable, una especie de trance que une lo sintético y lo orgánico, lo analógico y lo digital. Me cuesta centrarme para apreciar cada instrumente por separado, algo que siempre intento hacer en alguna escucha. Es demasiado intricado todo lo que pasa, es un tapiz sideral, o algo. Mira, lo mejor con este tema es meterte en él, simplemente eso, saltar al vórtice y dejarte mecer por las ondas, los olores, los sabores, ya está. Todo lo que diga estropeará la experiencia. Escucha la canción, escúchala con tu propio corazón.
Acabo ya con el temazo o el TE-MA-ZO, los 9 minutos que cierran el album son el verdadero tour de force de los Rufus T. Firefly, lo que muchos queríamos que hicieran y lo han titulado, muy acertadamente, "Canción eterna" (a su manera lo es). Podría escribir miles de palabras y me quedaría corto para explicar lo que parece pasar aquí. Arranca de forma soñadora con cascadas de arpegios que desafían la ley gravedad, una voz dulcérrima que nos acaricia las comisuras del alma y una sensación de haber estado ya aquí antes, porque hemos llegado al final del camino y la puerta abierta por fin nos invita a entrar en casa y descansar. Ahora ya no deseamos bailar sino besar los contornos ocultos del mundo. La guitarra va abriendo nuevos surcos acompañada por unos sonidos cálidos que rememoran el "otro lado del silencio". Y así navegamos (porque esta canción, como un mar, hay que navegarla, vais avisados) durante 5 minutos antes de encontrarnos en otra región sonora marcada por una transición de nuevo al mejor estilo crimsoniano o porcupiniano o incluso floydiano, allí ya todo vale, y nada vale, porque el todo es la nada y la nada el todo, puro Advaita Vedanta, puro Zen o Tao o su pastelera madre. Caída original para volver a comenzar entre una luz aún no creada pero que busca desde antes de ser una necesidad de expresar lo que intuye que ha de ser..., pero se me fue la olla, como en mis clases. Así que me callo, pero a la voz de ya...
Y diréis, oye que no has comentado los dos temas que abren el álbum("El problemático Winston Smith" y "Midori"), y yo os diré, ya, lo sé. Algo tenía que dejar para que os animéis a escucharlo sin "opinión previa", ¿no? Hala, eso ya es cosa vuestra, guap@s.
Y concluyo...
¿Merece la pena comprarlo? Es obvio, yo al menos lo he comprado sin escucha previa (algo que ahora rara vez hago), quiero que sigan componiendo y ofreciendo, de hecho no tengo duda alguna de que los pocos euros que he pagado por i-tunes no dan cuenta de la excelencia de este trabajo...

Rating: 9.5/10. Sobre todo porque el anterior para mi fue un 11/10.

PD. No puedo evitar, la verdad, hablar de las canciones que he dejado fuera de los comentarios anteriores :(    La canción que abre el disco, "El problemático Winston Smith" es un viaje ácido para descarrilar un tren de mercancías. Sonidos que se repiten hasta la locura, variaciones mínimas, espirales que suben y bajan, que bajan y suben, casi seis minutos de rebotar contras la estructura más lisérgica del mundo, con un final in crescendo que nos lanza hacia un desierto de labios hambrientos y cuando entra en su último minuto el sonido bestial de las guitarras y las percusiones arropado por las ráfagas de teclados hacen que no deseemos ya salir del universo en el que acabamos de entrar. La puerta está abierta, y los primeros peldaños nos llevan a unas habitaciones menos pesadas y por tanto más aéreas, tituladas "Midori", la segunda canción, de la que tampoco pensaba hablar, si no fuera porque no se puede no hablar de esto, un tema entre oculto y fronterizo, a medio camino entre los matemáticos punteos de guitarra de los mejores Foals y el más orgánico y melódico Nick Drake envuelto de psicodelia primordial...
No me cansaría de hablar de esto, chic@s, pero creo que me acabo de agotar y necesito volver a escuchar un poco todo y desde allí, acaso, volver a empezar...


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