Para mi amigo Félix, que sabe de lo alado y de lo evidente camuflado.
Hoy regreso con la segunda parte de la trilogía Wim Wenders, para hacerla distinta de (y más corta que) la anterior, tan sólo os voy a animar a ver la continuación de El cielo sobre Berlín que se titula ¡Tan lejos, tan cerca! Recuerdo que mi amigo y hermano del alma Félix me habló de la peli en aquella gloriosa mañana que era nuestra juventud erasmus (él a Gante y yo a Dublín, tan lejos y a la vez tan cerca) como filólogos en ciernes. Esta nueva peli de ángeles me gusta mucho pero es sin duda más narrativa (y por ende menos poética) que la primera (quizás por ello tiendo a verla muchas menos veces, del mismo modo que no suele leerme una novela más de dos o tres veces y me dedico a revisitar poemas constantemente). Sólo comentaros una cosa y una cosa nada más: lo que más me fascina es la “caída del ángel caído”, la física y la psicológica, pero si queréis saber más lo mejor es que veáis vosotros mismos de qué va todo esto.
Me despido por hoy con un poema que me inspiró la peli al volverla a ver esta semana para la entrada del blog de este domingo.
TAN LEJOS, TAN CERCA
Para Félix, que fue mi hermano del alma antes siquiera de conocerlo.
Estando tan lejos
estás a la vez tan cerca,
hablando idiomas distintos
nuestras palabras se entremezclan.
Este es el misterio desvelado,
el antiguo juego que desde niños
hemos venido jugando
sin conocer ninguna regla.
Y con todo a cada
instante, tu voz quiebra
los enormes muros de esta
vieja y oscura casa,
y con todo a cada
paso, mis ojos abrazan
el enorme vacío de este
oscuro y viejo corazón,
y con todo los labios
se encuentran y se volverán
a encontrar hasta que
todo vuelva a comenzar,
tan lejos, a la vez tan cerca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario