¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

viernes, 17 de junio de 2011

PARÍS, TEXAS O EL DOLOR QUE CURA LAS HERIDAS


Hoy quiero cerrar mi trilogía sobre Wim Wenders con una entrada sobre París, Texas (1984), una de las obras imprescindibles del cine moderno. Y lo cierto es que creo que no puedo hablar en absoluto de esta genialidad…, y lo cierto es que creo que tampoco puedo dejar de hablar de ella. Lo que sea que haya de venir que venga, que aquí me encontrará…
Hay películas que hacen que todo tu cuerpo duela hasta lo insoportable y ese dolor, lejos de herirnos, nos cura y nos hace más humanos. Ese dolor nos enseñar la realidad tal como es, aunque no nos guste, aunque sea oscura y aparentemente terrible. Te sacan de tu “zona de comodidad” y te ayudan a vivir con más consciencia de lo que en verdad Es. Hay películas que se clavan dentro y te hacen sangrar belleza y desesperanza a la vez. Hay películas que, como el Tao, no pueden ser contadas, no deben ser interpretadas, sólo hay que verlas, así, sin más, sin palabras, críticas, sin opiniones, sin referentes.

El cine tiene esas joyas esperándonos y muchas veces aparecen de la nada, del desierto mismamente, como aparece Travis, el protagonista de París, Texas al principio de la peli, y nosotros nos quedamos ahí, expectantes, boquiabiertos y con el corazón en un puño, intentando entender qué narices está pasando, por qué un tío aparece en medio de la nada vestido con traje y gorra de béisbol roja. Tenemos algunas piezas del puzzle, pero el puzzle es inmenso (todo vida, hasta la más simple, lo es) y queremos montar todo el asunto para entender por qué. Siempre buscamos el porqué, ya lo he dicho en otros muchos sitios, somos “animales narrativos” y siempre estamos dando la paliza con el porqué, el cuándo, el dónde. Necesitamos referentes, o creemos necesitarlos, una vida sin referentes puede parecer un sinsentido pero es a su vez una posibilidad de vivir en el presente de forma profunda e inmediata, accediendo a lo que se presenta sin nuestra “protección mental”. Acaso por eso me gusta tanto la poesía, porque me rompe esos esquemas, me lanza, así, a lo bestia, en medio de la nada, en pelotica picada y sin tener con qué taparme las vergüenzas, y todo ocurre, simplemente ocurre, los eventos se van desarrollando con su lógica interna que no atiende a lógica alguna, en un tiempo que no es tiempo, en lugares que aún no han sido creados y cuya geografía es loca y maravillosa y cambiante a cada segundo. Esa ruptura es, en mi opinión, lo que caracteriza lo mejor de la poesía, lo mejor del arte, lo mejor de la vida… Porque, amigos míos, así es la vida, no tenemos ni pajolera idea de qué va, pero nos empeñamos en tener la certeza de cómo vivir incluso lo que aún no hemos vivido, y todo el mundo lo toma por sentado, está claro: “tú debes hacer esto”, “mira, está claro, yo en tu lugar haría lo otro”, “hombre, es lo que se espera de un tío de tu edad”, “pero escucha, las mujeres de tu ‘condición’ no deberían hacer lo de más allá, está claro que te equivocas cuando te planteas siquiera intentarlo”, “pero es que lo tengo claro, cuando me pase esto haré esto otro”, “si a mí me pasa tal cosa en el futuro puedes estar seguro de que haré esto otro”, “y si se le ocurre espetarme tal cosa yo le voy a decir esto y esto y esto otro, pero qué se ha creído el muy boquisiseante”… Yo aquí, qué queréis que os diga, ya me pierdo mucho, generalmente no sé qué voy a querer o cómo voy a reaccionar dentro de un par de horas (aunque planifique mis días, que sin duda lo hago), como para saber qué voy a querer hacer en el futuro o cómo voy a llevar tal cosa que puede llegar a ocurrirme. Vivir algo como real y presente, estando en el futuro puede ser divertido (o angustiante, lo sabemos) así aceptar un modelo impuesto sin meditar sobre su validez y necesidad puede ser útil (o un locura colectiva, también lo sabemos) pero de ahí a que todo esto “así porque sí y ya está”, no lo tengo yo tan claro (la verdad es que lo tengo muy claro, en lo que a mí respecta, por supuesto). El resto del mundo que se aliñe la ensalada como quiera, que es lo suyo, y que me deje comerme mis churros mojados en tabasco si es lo que quiero. Vamos, que a veces se nos hace creer que la vida es para ser vivida como un “mapa de carreteras” que nos indica que para llegar al punto f (de felicidad, de falsedad, de famosidad, de fecundidad, de fefecidad, etc.) desde w tenemos que pasar por t, r, e y dejar la autopista N por la salida R4.
Y se nos olvida, se nos olvida y se nos olvida pero…,¡leñe! Acuérdate de cómo era cuando eras niño, cuando todo vibraba de aquella manera que te hacía uno con el mundo, acuérdate y mira de nuevo, ¿lo ves? Todo vibra ahora igual, son los ojos los que han cogido el polvo del camino, el camino sigue siendo el de las baldosas amarillas que te llevaba al corazón de las cosas. la vida es lo que es a cada momento, lo que a cada momento se manifiesta, y la supuesta unidad y temporalidad y causalidad esa que creemos real está muy bien, está muy bien para nuestras mentes (que son parte de eso que verdaderamente somos), pero no deja de ser un juego mental (a mindgame after all) como tantos otros, y estos juegos mentales están bien y tienen su función y son necesarios a su manera, son necesarios pero no esenciales, son ciertos en tanto en cuanto son creados a partir de un referente, un referente que puede ser cambiable, que nunca es un “absoluto” y que por tanto NO es esencial. Pero digreso, as I usually do, and in both my sort of native languages, I guess this is something I just can’t help and to be sincere I have no intention to find a way to stick to a single tongue when I am uttering sounds from my heart, from my entails, from the inner secret realm we all share and is unique at the same time…, but I’m rambling again, sorry, back to Spanish in 3, 2, 1…
A lo que iba… Los últimos 40 minutos de París, Texas son de una intensidad tal que el espectador se fundo plenamente con la pantalla. Es una pura meditación Zen, mejor aún, es el Tao que no puede ser nombrado, el nombre de la Rosa antes de ser llamada Rosa, el rostro detrás del rostro, la esencia pura del bocata de tortilla de patatas cuando lo pillas con hambre de siglos y el mundo es una eterna maravilla que querrías compartir hasta con el más terrible de tus enemigos (que te definen a su manera mejor que tus queridos amigos). Es lo que ya sabéis los que me vais leyendo (sois un encanto, queridos míos y os quiero un montón, se que lo sabéis pero me gusta recordároslo) que llamo “momentos de irrealidad” y que, como desarrollé en una entrada anterior, son los momentos de “verdadera realidad”.
Podría hablar y hablar de la película, pero mejor os animo a verla si tenéis curiosidad y ganas. La tristeza puede ser bella y necesaria, la belleza puede ser triste y necesaria. Whatever it is, it is, no second thoughts here. Es lo que es, y se manifiesta como se manifiesta, y sólo queda abrir los ojos de los ojos y con nuestro corazón de corazones disfrutar del mundo de nuevo. Al fin y al cabo, sólo lo que ha nacido una vez, habrá de nacer eternamente hasta que el ciclo se cierre y el tiempo se desvanezca de forma preciosa y precisa y final (aunque entonces no habrá de haber ni final, ni principio, ni antes ni tampoco después, será el silencio que habita el universo y todo lo fecunda y no puede dejar de amar porque es el amor mismo, el mismo amor esencial).
Mi corazón hoy palpita junto al vuestro y todo lo que pasa es justo porque es justo lo que está pasando. Bear with me, Brothers and Sisters, the end of the road is ahead and a new beginning is just at hand.
PD. Casi se me olvida: la banda sonora es flipante, nunca una guitarra fue tan lacerante y dulce a la vez.

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