¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

sábado, 13 de noviembre de 2010

LA ESENCIA DE LA POESÍA

(Kibo dormidito también es la esencia de la poesía)

Hoy comienzo con un breve ensayo que acabo de escribir sobre la Esencia de la Poesía. Espero que os guste y se os haga interesante, para mí ha sido una delicia escribirlo ya que llevaba mucho tiempo trabajando mentalmente en ello sin ponerme a redactarlo de forma concreta.

LA ESENCIA DE LA POESÍA
(Hacia una Poética del Amor)
Por Francisco José Francisco Carrera,

Filólogo pelón y poeta sandunguero.

La esencia de la poesía es la esencia del mundo.
Si tiene más de una palabra, el poema no es poema, no es esencial. Es un casi poema.
Si tiene, de hecho, más de una sílaba, lo lírico empieza a difuminarse y se va perdiendo en el bosque narrativo que es el bosque da la Vida, y también está fecundado por la Belleza.
El poema, la esencia de lo lírico, ha de apuntalarse por tanto en el silencio.
Pero el silencio tampoco es el poema.
El silencio es el silencio.
No se puede definir el silencio con palabras.
El silencio sólo se puede definir con silencios.
Así que volvemos al principio.

La esencia de la poesía es la esencia del mundo. Y esto es así porque la base del mundo, su centro original, centrífugo a la vez que centrípeto, es lírico. Es un corazón que late y origina todo latido exterior. Este latido es, obviamente, rítmico. La esencia del mundo es, por tanto, una canción en principio sin melodía. Aparece el latido, el primer golpe tribal en la tierra. Pum. Luego viene otro. Pum. Escucha el ritmo del mundo, escucha tu propio corazón. Y luego abres los ojos y ves lo que hay alrededor. Pum. Y entonces, feliz de estar ahí, de participar en el baile de máscaras de la vida, alzas la voz, poco a poco, primero muy quedamente, luego con más decisión. Cuando hablas añades la primera línea melódica al ritmo primordial del corazón que nunca deja de sonar en una lejanía particularmente cercana. Pum. Tu voz es melodía, bella melodía de luz que abraza al tambor que nace de la sombra. Pum. Ya sois un mismo sonido sin dejar de ser dos. Esto es el principio del amor. Y el amor el la esencia de la poesía. Y la esencia de la poesía es la esencia del mundo. Luego la esencia del mundo es el amor. Por eso, hermano mío, cariño de mi corazón, te amo tanto. Y más tarde llega tu voz que se une a la mía y al latir del corazón originario que nos da voz a nosotros dos. Pum. Y entonces, de ese milagro de melodías que se hacen el amor eternamente nace la polifonía prodigiosa de la vida y la amistad. Pum. Tú voz. Mi voz. Sus voces. Todos a la vez. Y todo lo que ocurre ya es música. Y la música es la esencia del poema. La esencia del mundo es la música. Esa esencia es el Amor.

Y si quieres escribir poesía has de aprender a escuchar cómo late tu corazón. Pues cuando descubres de nuevo ese golpe lleno de delicia y sorpresa y felicidad eres capaz de escuchar debajo de él el latido mismo del planeta y desde allí acceder al supremo palpitar del universo y de lo que está más allá y lo contiene todo sin contenerse a ello mismo. Es volver a los brazos del Padre que es Madre a la vez. Es volver a ese útero divino que es fecundado por el mismo aliento de las estrellas. Es dejar de rezar para convertirse en el rezo mismo.

Por eso, acaso, los poemas más líricos tienden a ser cortos. Todo lo cortos que puedan ser, claro. Se acercan al silencio y en vez de romperlo, de violentarlo con la palabra, lo que hacen es seducirlo, bailar bien pegaditos para acabar besándose tan profunda y amorosamente que el uno desaparece dentro del otro, se deshacen para convertirse en algo nuevo. Palabra y Silencio se encuentran en el poema. Y el poeta desaparece en ese acto. Se pierde feliz en el poema hecho de palabras y silencios. Y luego llega el lector y se mete también en el vórtice de Amor que no para de girar. Y allí, en el poema, el poeta, el lector, los silencios y las palabras giran y giran en un lugar sin tiempo, en un lugar que no es lugar. Esto es la esencia del poesía y esto es lo que la hace esencial.


La poesía sirve para descubrir el centro de las cosas, para ver con los ojos de los ojos, para sentir el corazón que palpita dentro del corazón. Sirve, sobre todo, para volver a casa, a nuestra casa original, de la que nunca nos hemos alejado en realidad pero que a veces no llegamos a encontrar..., para volver a ser lo que somos. Y lo que somos, cuando nos despojamos de máscaras prestadas, de dolores adquiridos falsamente, de tristezas ilusorias, de toda la herrumbre del mundo que no es "el mundo", lo que somos, digo, es el Amor. Y por eso nunca dejamos de amar. Y por eso incluso la muerte es tan sólo una nueva forma de amar desde la no-forma, desde la luz que se hace sombra y permanece en el silencio que es estruendo glorioso y estupendo.

Y más allá del Amor, hermanos míos, no hay nada. Más allá del Amor no hay nada. Porque el Amor todo lo abarca. El Amor todo lo ama.


Y tras estas consideraciones teóricas, ahora quiero compartir con vosotros dos poemas “cortos” de mi más reciente producción. Estoy ahora acabando un nuevo poemario que se centra en la “concreción”, en la “tensión interna” (que a mí me gusta llamar “intensión”), en ir hacia el centro del centro en pocos versos, vamos. Serán unos 100 poemas creo, estos son algunos de los que ya están (casi) terminados (un poema nunca está terminado del todo, es como la vida, que nunca acaba de acabar, puesto que es un inicio constante de algo que no para de brotar).

Os veré pronto, seguro, en los ojos del árbol o el sabor del agua clara o acaso en el sonido que hacen las calles al despertar. Sois, fuisteis y no dejaréis de ser la Sal de la tierra, la misma esencia que da vida al Mar.


Poemas extraídos del poemario en curso "La Poesía del Corazón".

Por Francisco José Francisco Carrera.

Gota de luz
que vuelve a nacer
al ser uno
con el agua.


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Con los labios
he sentido savia
nueva.

El mundo entero
a tu cuerpo
me sabía.



Y con todo dejadme acabar con uno de los poetas concisos más precisos y preciosos de la literatura universal, el italiano Ungaretti. Tuve la suerte de estudiar durante mis años de universidad con el maestro Mauro Dittami al que debo todo lo que sé de lengua y literatura italiana, recordándo su maravilloso magisterio aquellas tardes tempraneras en Valladolid, os copio dos gemas maravillosas de un poeta esenciado y esencial:


Sillenzio Stellato

E gli alberi e la notte
Non si muovono più
Se non da nidi.


(Silencio estrellado

Y la noche y los árboles
se mueven ya tan sólo
desde los nidos.)

Y mi favorito desde entonces...

M'illumino
D'immenso.

(Me ilumino
de inmensidad).

Todas las palabras sobran...

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