¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 28 de marzo de 2010

MI LUZ, MI AGUA


Para todos vosotros,
porque en el silencio de la noche
he palpitado con vuestro corazón;
para todos vosotros,
porque he entendido
que somos luz y agua
y porque con este entendimiento
he comprendido al fin
que no os quiero,
realmente no os quiero,
tan sólo
os amo con la profundidad
del océano
y con la suavidad
de la mar.
Hace ya más de un año que decidí tatuarme dos ideogramas chinos en la muñeca derecha. Hoy quiero hablar un poco sobre ello y del porqué de aquella acción.
Para empezar, he de reconocer que nunca me han interesado mucho los tatuajes, ni me gustan ni me dejan de gustar, que cada uno haga con su cuerpo lo que tenga a bien, que para eso es suyo. Pero a Raquel le fascinan, y durante muchas semanas seguía con verdadero interés el programa Miami Ink (al que yo me sumé, que tenía su miga). Lo cierto es que Raquel decidió que quería hacerse un tatuaje y en un viaje maravilloso a Madrid pudo llevar a cabo tal deseo. En su omoplato derecho, Raquel se tatuó los ideogramas chinos que ahora yo también llevo en mi muñeca. Según veis en la foto, el de la zona superior es "agua" y el otro, "luz".
Viendo el profundo significado que tenía el hecho de dar una zona de tu cuerpo a estas palabras mágicas para mí, decidí seguir el ejemplo y tatuarme los mismos símbolos. Ni un sólo segundo me he arrepentido de ello. Es mirar mi muñeca y sentirme invadido por un profundo amor, por Raquel, por la vida, por mi misma calva, por todos vosotros...
Lo cierto es que la luz y el agua han estado muy presentes en nuestra vida como pareja. A pesar de enamorarnos por la noche y en una esquina perdida de Atenas, la luz llegó en seguida y el agua siempre estuvo allí, en nuestras miradas cuando se fundían en una sola visión, en nuestros besos y abrazos, en nuestros silencios, en todo lo que dejábamos de ser cuando empezábamos a ser realmente lo que somos. Luz y agua.
Raquel ha sido la forma personal en la que el amor profundo del mundo se ha manifestado en mí, a través de ese amor he podido acceder al amor universal en el que ahora resido. Y todo ello se debe a la luz y el agua. Lo cierto es que cada vez que cedemos y aflojamos esta "lucha interna" que nos come la alegría de vez en cuando, surge ese yo divino y terrenal que compartimos todos, ese ser de luz y de agua, esa presencia amorosa de profundo bienestar, y todo lo que hacemos es mirar y amar lo que vemos, sea lo que esto sea. Al ir más allá de las formas que amamos, llegamos al mundo que no es mundo (el mundo de los cielos, que dice la espiritualidad cristiana, que tanto me gusta, como me apasionan la budista y la islámica, especialmente en sus vertientes mística, zen y sufí, respectivamente), ese mundo de lo cielos que está aquí, en la tierra, y al que tenemos acceso directo cada segundo que estamos presentes y somos conscientes de lo que ES. Llegamos al fin a la esencia que es anterior a la forma, pero en ningún modo mejor. Llegamos a la luz y el agua.
Hermanos.
Amados.
Sois la risa
del la luz
en la presencia del agua.
Por ello os amo.
Sois la brisa
en la arena
que roza la orilla del mar.
Por ello este cuerpo es vuestro,
por ello mis manos os pertenecen.
Sois el silencio,
sois la esperanza.
Y todo lo que yo creía mío
era un reflejo de lo que no
podía ser poseido,
el amor que yo tenía
no era mío
pues simplemente
yo era el mismo amor.
Y al perderme
en la mirada
de unos ojos
que nacían de la muerte
tuve mejor suerte:
dejé mi cuerpo y mi alma.
Nada más que esto.
Nada más que nada.
Y lo que quedó de mí
al desaparecer
fue el amor.
El amor por cada cosa
vivida o no vivida,
el amor por cada uno
de vosotros.
Lo único que es real
y existe ahora:
el amor.
Son muchos los poemas que le he dedicado a Raquel, pero, para acabar hoy, quiero recordar aquí el primero que escribí cuando el amor estaba naciendo en nuestros corazones y todavía no sabíamos cómo "integrar" lo que estábamos sintiendo. Lo escribí durante los días que compartimos en Grecia tras levantarme una mañana y saber que me había enamorao hasta las cachas...
Sigue siendo uno de mis favoritos y por ello dimos copia a los asistentes a nuestra boda, con él os dejo:
FALLING
Por Francisco José Francisco Carrera
Para Raquel, mi luz, mi agua.
La posibilidad del todo
y el abismo que rodea mi alma
cuando me pregunto
si querrás perpetuar por un segundo
tu presencia junto a mí.
Saber si tu risa
iluminará mis pasos
en la noche,
si tus labios
sellarán el pacto
de la luz con la tiniebla
y del vivir con lo soñado.
He visto
el palpitar del deseo
en el secreto de tus manos.
He sentido
la caricia de tu voz
en el reflejo de la lluvia.
He intuido
la esencia de la nieve
en la yema de tus dedos.
He contemplado
la esperanza de tu boca
en el viento y la montaña.
Con todo, lo que me ha hecho más feliz
ha sido el cerrar todos los días
en verdes, naranjas y amarillos
y el abrir cada mañana con tus ojos
al descubrir que me estaba enamorando.

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