¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

miércoles, 3 de febrero de 2010

EL DOLOR DE SER UNO MISMO



El pasado domingo dediqué mis palabras a la oscuridad, el insomnio y Baudelaire, acaso por eso y con ese regustillo a ceniza, sombra y pasión en el paladar, este miércoles he querido volver a estar con vosotros para hablar un poquitín de Edgar Allan Poe. Aquellos que habéis sido mis alumnos tanto en la UNED como en la UVA, habréis estudiado bien "The Raven", bien William Wilson, o acaso ambas, así, vayan estas líneas dedicadas a todos aquellos sufridos estudiantes que hubieron de estudiar conmigo dichos textos, bien sabéis cuánto me agradó daros clase, era como estar hablando de unos amigos con unos amigos, me llenasteis de luz y me hicisteis estar más cerca de la comprensión de la realidad. Gracias de nuevo. Nunca me he sentido en deuda con la Universidad, pero sí con todos y cada uno de mis alumnos.

Let’s get the ball rolling… Como muchos sabréis, Baudelaire fue uno de los mejores traductores de Poe al francés y de alguna manera sus producciones comparten muchas constantes. Tienen sus textos unas fragancias decadentes y melancólicas, unos sonidos herrumbrosos a la par que susurrantes, un tacto de seda apagada, un sabor de ocre profundo… ese je ne sais quoi maldito que nos deja sin aliento cada vez que nos acercamos a Poe y a Baudelaire.

También quiero hablar hoy del dolor, y de la desolación. Del dolor de ser uno mismo. El ego nos hace erróneamente conscientes de múltiples dolores, falsos, sí, pero también reales, demasiado reales ya que solemos residir demasiado tiempo en el ego. La mente egótica es lo que tiene, que es puñetera de medio a medio. Bien, en esos días en que la luz se difumina y cae la noche en mi corazón, suelo recurrir a Poe para acceder a ciertos pasajes oscuros con mayor intensidad y de manera estética para así sublimar cualquier impulso autodestructivo de carácter práctico.

Hoy me gustaría aconsejaros a todos un texto cortito. Un texto que me ha perseguido en pesadillas desde la primera vez que lo leí con 12 años. Me refiero al titulado “SILENCIO (fábula)”…, venga, qué hacéis todavía por ahí…, id yendo a por vuestra copia de relatos de Poe y a leerlo, o si no tenéis, cachis la mar salada, a ver si la próxima vez que vayáis a la biblio lo pilláis, ¿eh? Si es que es de esos libros de los que tendrían que darnos una copia personal nada más nacer. En cualquier caso, hay un fragmentito que me fascina y que me sé prácticamente de memoria. Al leerlo con mis doce añitos fue como entrar en otra dimensión y el mundo no volvió a ser el mismo para mí. Ahí va:

“Y de pronto, a través del velo de la fúnebre niebla, se levantó la luna. Y era roja. Y mis ojos se fijaron entonces en una gran roca gris que se alzaba en la margen del río y a la que el fulgor de la luna iluminaba. Y la roca era gris, y siniestra, y altísima… Y la roca era gris. En su frente de piedra había unos caracteres grabados. Y avancé hacia ella por la marisma de nenúfares, hasta que me concentré cerca de la orilla, para poder leer los caracteres grabados en la piedra. Pero no podía descifrarlos. Me decidí a retroceder, y la luna brilló entonces con un rojo más vivo. Y me volví y miré otra vez hacia la roca. Y miré de nuevo los caracteres. Y los caracteres decían: Desolación."

Cuánta decadente belleza hay en esas palabras…, ay, cuánta melancolía, cuánta ennui, ay, cuánto de todo…
Y para acabar por hoy con este tema os dejo con uno de mis poemas, titulado, qué extraño, “Desolación” y que está incluido en mi poemario llamado “Mi último poema de amor” y otros poemas también de amor (o casi) de 2004:

DESOLACIÓN
Por Francisco José Francisco Carrera

La luz de la tiniebla
que se oscurece de repente
al sentir el frío aliento pestilente
de una noche que no acaba.
El batir de las alas en el cerebro,
el grito de dolor que se queda dentro,
la caída al vacío oculto de nuestra espesura de negro,
el regreso a nuestro paraíso desolado y en ruinas.
Esto es todo lo que me susurra mi ángel terrible
a la vez que e ofrece su espada sonriendo.
Bueno, eso y que no será la última vez
que sienta estallar mi corazón y mi alma
y que quiera desgarrarme las entrañas
para poder al fin dejar estas tierras desoladas.

Una cosa más antes de marcharme, el próximo miércoles volverá el Cocoroto con vosotros, pero desde el miércoles 17 de febrero tendréis un nuevo amigo en internet. Estad atentos a mi notificación, porque habrá un nuevo personaje y un nuevo blog… el que os había prometido en inglés.

Sweet dreams, brothers of mine, sweet dreams for all of you.

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