¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 1 de julio de 2012

UN TEXTO...

Uno de los textos que sigo escribiendo con la intención de que llegue a florecer en un futuro relato corto a acaso novela, quién sabe...  Espero que os guste.


He sido un ser oscuro que buscaba la luz.  Encontré la luz a los 13 años.  Me cegó.  Perdí mis ojos.  Mi cerebro se fundió debido al estallido y el posterior calor insoportable.  No hubo lágrimas, sólo un dolor romo y un recuerdo de cómo sabía la tristeza cuando la lanza asiria, muchos siglos antes, me rasgó el corazón mientras con una ebria agonía barríamos su esplendorosa Nínive, tal era la insolente alegría del que se sabe fuerte se cree invencible. 

Pero no fue la única vez en que la luz vino a mí en este cuerpo que habito.  Desde entonces, y ahora este negro sol contempla mi cuerpo desde hace casi 40 años, han sido tantas las veces en que he sentido la llegada del caballo alado portador de la tormenta que apenas soy capaz de recordar unas pocas.

Ayer, por ejemplo, fue una de las más brutales.  Por eso estoy aquí, tumbado en mi cama, incapaz siquiera de abrir los ojos de nuevo.  Mi mujer permanece asustada al otro lado de la puerta, sabe que no puede llamar al médico y se siente impotente por no poder hacer nada al respecto; le queda, eso sí, la certeza de que sólo le resta esperar…, esperar a que la sombra me acoja de nuevo en su regazo y me devuelva mis capacidades vitales.

Pero claro, va pasando el tiempo… y yo lo único que quiero es regresar.  Volver a ser uno con la noche, volver a ti, Atysha, en aquella cabaña fría de nuestro destierro, allí donde aprendimos cuánto se pueden herir dos cuerpos que se aman cuando olvidan que, antes que cuerpos, habían sido primeramente almas.

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