¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

viernes, 23 de marzo de 2012

DESPERTANDO JUNTOS A UNA NUEVA REALIDAD


Mafalda, porfi, preséntate a las próximas elecciones...
Para los alumnos de la E. U. de Educación de Soria, 
que nos han enseñado que
 Creatividad, Firmeza y Solidaridad pueden ir de la mano.

Está claro que el mundo no se cambia a golpe de pistola, el mundo se cambia con abrazos y caricias.  Está claro que el mundo no se cambia quitando sino dando.

Está claro que el “ordeno y mando” se vence con el “creo y amo”.

Y con el creo, me refiero al creo de “crear”.

La Creatividad agarra al sistema por la cintura y se lo lleva de copas para bailar hasta las tantas.
Esta es la historia de cómo un sueño se adentra en la realidad y la cambia para convertirla en algo mejor.  Es una historia real.  Es la historia de “ell@s”, pero también es tu historia, seas quien seas, es nuestra historia, por eso es especial para tod@s.  Empieza así:

Y allí estaban ell@s, allí, en el Hall (anglicismo ya aceptado y que ha venido a desplazar a otros más castizos como “vestíbulo” o “recibidor”) de la uni, de la universidad que amo tanto tanto que a veces me enfado como mucho mucho con lo que pasa en ella.  Es lo que tiene el amor, y las pasiones que el mismo levanta, que nos producen, como dicen en inglés “strong emotions”.  A lo que iba, que divago…, allí estaban, ANIMOSOS, CREATIVOS, SOLIDARIOS, COMBATIVOS, y yo los miraba y casi me volvía a crecer la melena en esta crasa calva mía de pura empatía, de puro hermanamiento.  Y yo sentía que yo era ellos, que lo que les pasaba me estaba pasando a mí también aunque no me tocara en primera persona.  Y seguía mirándolos hasta llegar a sentir que todos nosotros éramos los mismos que sufrían los envites de la guerra en Siria, la hambruna en Sudán, el miedo absoluto del que está en tierra de nadie y degusta la cara amarga de la soledad.  Y no dejaba de mirarlos y de saber que aquellos seres luminosos que ahora llevaban la “máscara” de estudiantes universitarios puesta eran mis herman@s, así, sin más, y allí estaban, haciéndome sacar pecho y estirarme, si es que puedo , un poco más hasta que mi chakra pineal se fundiera con el rayo cósmico que nos une a todos y a todo y a el Todo.

Joder.  Qué fuerte.  O yo qué se.  O qué se yo (más bien poco, acaso nada, algo de literatura, algo de poesía, otro algo de didáctica, un poquito del amor y la amistad que nos hace humanos, pero poco, poco, tan poco…).

Hay veces en que uno camina por la calle (yo al menos lo hago) y va mirando a los ojos de la gente, buscando algo en ellos para ver cómo se sienten: si están tristes, si se acaban de enamorar, si les preocupa llegar a fin de mes, si están pensando en volver a empezar en algún país asiático (como ha sido mi caso tantas veces) o cambiar de trabajo o cambiar de nombre…, y de repente uno se encuentra unos ojos “salvajemente bellos”, tiernos y firmes a la vez, llenos de vida y de fuego y de amor y de lágrimas.  Y esos ojos encienden la llama en nuestro corazón y por dentro pegamos un grito que nos hace elevarnos un par de centímetros sobre nosotros mismos.  Ese es el palpitar de un corazón hermano que no es el nuestro y a la vez sí lo es, eso es lo que siento yo en esos casos.

Lo que siento cuando veo a mi perro Kibo correr como loco ahíto de pura felicidad.

Lo que siento cada mañana al despertar y ver que Raquel sigue a mi lado, que no ha sido un sueño el conocerla y que tendré otro día maravilloso para repetirle una y mil veces una que la quiero como si fuera el primer día, sólo que un poquito más (así soy de pasteloso, oye).

Lo que siento al entrar en clase y ver esos rostros luminosos que quieren compartir el conocimiento y expandirlo a su vez por los confines de la tierra.

Lo que siento cuando me tomo un café con mis compañeros y hablamos de cambiar el mundo de la Educación desde dentro, eso sí, estamos planeando hacerlo “al merme” que diría el Mota, para que los de arriba no se den cuenta (este blog, de eso estoy seguro, ellos no van a tener ni ganas ni tiempo de leerlo, así que seguirá siendo nuestro “plan secreto”).

Y esto mismo es lo que he sentido al ver a este grupo increíble de alumn@s dispuest@s a cambiar una situación injusta, como una piña, como herman@s, un grupo esplendoroso que me recordó a la épica barbárica de 300 o al ejército escocés plantando cara a los ingleses en Stirling, eso sí, esta vez no enseñaron el culo (como hizo, tan coqueto él, Mel Gibson en Braveheart), iban con el corazón en la solapa y ante tamaño gesto de valentía, uno no puede hacer otra cosa que quitarse el sombrero y, humildemente, saludar.

Sentí, como digo, el latido de su corazón.

Primero uno, delicado, silencioso, de forma trémula: pum

Luego otro, más animoso, incitando al primero: PUM.  PUM.

Luego todos juntos: PUM. PUM. PUM. PUM. PUM.

Y el mío, tan chiquito, creció y creció hasta comprender que éramos seres absolutos, y tan precisos como preciosos.

Y latimos todos a la vez con un PUM que todavía me resuena en las arterias.

Es lo que tiene estar rodeado de corazones latiendo en armonía y amistad.

Sonreí.  Con cierta tristeza, he de reconocerlo, porque ver injusticias me hiere, como a todos.
Y mentalmente abrazando a tod@s y cada un@, sin saber sus nombres o, mejor dicho, sabiendo solamente unos pocos, salí de aquella Universidad que hacía dos años y medio me había invitado de una manera poco afectuosa a marcharme, salí esta vez sabiendo que volvería al día siguiente, y que al día siguiente volvería a sentir lo mismo:

Que volvería a oír sus corazones latiendo como si fueran UNO y que el mío respondería latiendo, al menos por un segundo, junto al suyo.

Esto no es más que un mínimo homenaje a un gesto VALIENTE y SOLIDARIO.  Nada más.  No puede ser otra cosa.

Un gesto que reconoce otro gesto.

Un corazón que reconoce a otros corazones y se funde con ellos.

Nada más que eso.

Nada más y nada menos.

Cuando hace dos años se me invitó a bajar la cabeza y seguir en una “esquinita” para defender “lo mío”, decidí que, para el poco pelo que me quedaba, lo mejor sería levantarla aunque me llevara la primera, la segunda y la vigésima en el peazo frente que me ha tocado por suerte.  Hay veces en que perder es ganar, así lo sentí entonces y así lo siento hoy.  Me prometí también por aquel entonces que no volvería a dejar pasar la oportunidad de agradecer y reconocer, al menos simbólicamente, todos los gestos de valentía que viera a mi alrededor, que me inspiraran.

Cada vez que vemos estos gestos, todos somos un poco más humanos, salimos de Matrix  por un rato aunque a los Poderes Fácticos esto les toque las narices. 

Hemos empezado a DESPERTAR, herman@s mí@s, y llegará el momento en que aceptemos que todo aquello que le hacemos a los demás, nos lo hacemos a nosotros mismos.

Tu dolor, querid@ mí@, es mi dolor, tu alegría, amig@ mía, es mi alegría.

Gracias, alumnos del Grado de Educación de Infantil y de Primaria de la E. U. de Educación de Soria. 
Gracias por haber seguido firmes en vuestra PROFUNDA CREATIVIDAD y DECIDIDA FIRMEZA ante lo que muchos hemos considerado un sinsentido y una injustica.

Habéis sido nuestra inspiración.

En algún momento todos tendremos la oportunidad de agradeceros que nos hayáis ayudado a DESPERTAR, pero yo quiero hacerlo ahora.  Por eso del Karma, ya sabéis, o, mejor dicho, del Dharma (al menos mis alumn@s ya saben que es uno de mis “rollitos” así que no os pillará de sorpresa, ¿o sí?).
Yo al menos, eso lo tengo claro, os debo una.

Y, como dicen en Sánscrito (que para algo soy lingüista y filólogo aunque converso ya hacia la didáctica y la metodología), “SHANTIH”.

Me voy un rato a meditar, que luego tengo que ir a trabajar a la uni y tengo un día muy largo.

Besos para tod@s.  Namaste.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias! Estamos orgullosos de lo que hemos hecho, y también de que todo esto se vea desde fuera como una lucha por nuestros derechos!

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    1. Es para estarlo, y lo mejor ha sido demostrar esa voluntad firme de dejar claro que ha llegado un momento maravilloso en que el todos hemos de dejar atrás el "viejo modo" de bajar la cabeza y decir "vamos a aguantar, que es lo que se ha hecho siempre". La mecha está prendida, gracias!!!!

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