Mafalda, porfi, preséntate a las próximas elecciones... |
Para los
alumnos de la E. U. de Educación de Soria,
que nos han enseñado que
Creatividad, Firmeza y Solidaridad pueden ir de la mano.
Está
claro que el mundo no se cambia a golpe de pistola, el mundo se cambia con
abrazos y caricias. Está claro que el mundo
no se cambia quitando sino dando.
Está
claro que el “ordeno y mando” se vence con el “creo y amo”.
Y con el
creo, me refiero al creo de “crear”.
La
Creatividad agarra al sistema por la cintura y se lo lleva de copas para bailar
hasta las tantas.
Esta es
la historia de cómo un sueño se adentra en la realidad y la cambia para
convertirla en algo mejor. Es una
historia real. Es la historia de
“ell@s”, pero también es tu historia, seas quien seas, es nuestra historia, por
eso es especial para tod@s. Empieza así:
Y allí
estaban ell@s, allí, en el Hall (anglicismo ya aceptado y que ha venido a
desplazar a otros más castizos como “vestíbulo” o “recibidor”) de la uni, de la
universidad que amo tanto tanto que a veces me enfado como mucho mucho con lo
que pasa en ella. Es lo que tiene el
amor, y las pasiones que el mismo levanta, que nos producen, como dicen en
inglés “strong emotions”. A lo que iba,
que divago…, allí estaban, ANIMOSOS, CREATIVOS, SOLIDARIOS, COMBATIVOS, y yo
los miraba y casi me volvía a crecer la melena en esta crasa calva mía de pura
empatía, de puro hermanamiento. Y yo
sentía que yo era ellos, que lo que les pasaba me estaba pasando a mí también
aunque no me tocara en primera persona.
Y seguía mirándolos hasta llegar a sentir que todos nosotros éramos los mismos
que sufrían los envites de la guerra en Siria, la hambruna en Sudán, el miedo
absoluto del que está en tierra de nadie y degusta la cara amarga de la soledad. Y no dejaba de mirarlos y de saber que
aquellos seres luminosos que ahora llevaban la “máscara” de estudiantes
universitarios puesta eran mis herman@s, así, sin más, y allí estaban,
haciéndome sacar pecho y estirarme, si es que puedo , un poco más hasta que mi
chakra pineal se fundiera con el rayo cósmico que nos une a todos y a todo y a
el Todo.
Joder. Qué fuerte.
O yo qué se. O qué se yo (más
bien poco, acaso nada, algo de literatura, algo de poesía, otro algo de
didáctica, un poquito del amor y la amistad que nos hace humanos, pero poco,
poco, tan poco…).
Hay
veces en que uno camina por la calle (yo al menos lo hago) y va mirando a los
ojos de la gente, buscando algo en ellos para ver cómo se sienten: si están
tristes, si se acaban de enamorar, si les preocupa llegar a fin de mes, si
están pensando en volver a empezar en algún país asiático (como ha sido mi caso
tantas veces) o cambiar de trabajo o cambiar de nombre…, y de repente uno se
encuentra unos ojos “salvajemente bellos”, tiernos y firmes a la vez, llenos de
vida y de fuego y de amor y de lágrimas.
Y esos ojos encienden la llama en nuestro corazón y por dentro pegamos
un grito que nos hace elevarnos un par de centímetros sobre nosotros mismos. Ese es el palpitar de un corazón hermano que
no es el nuestro y a la vez sí lo es, eso es lo que siento yo en esos casos.
Lo que
siento cuando veo a mi perro Kibo correr como loco ahíto de pura felicidad.
Lo que
siento cada mañana al despertar y ver que Raquel sigue a mi lado, que no ha
sido un sueño el conocerla y que tendré otro día maravilloso para repetirle una
y mil veces una que la quiero como si fuera el primer día, sólo que un poquito
más (así soy de pasteloso, oye).
Lo que
siento al entrar en clase y ver esos rostros luminosos que quieren compartir el
conocimiento y expandirlo a su vez por los confines de la tierra.
Lo que siento cuando
me tomo un café con mis compañeros y
hablamos de cambiar el mundo de la Educación desde dentro, eso sí, estamos
planeando hacerlo “al merme” que diría el Mota, para que los de arriba no se
den cuenta (este blog, de eso estoy seguro, ellos no van a tener ni ganas ni
tiempo de leerlo, así que seguirá siendo nuestro “plan secreto”).
Y esto
mismo es lo que he sentido al ver a este grupo increíble de alumn@s dispuest@s
a cambiar una situación injusta, como una piña, como herman@s, un grupo
esplendoroso que me recordó a la épica barbárica de 300 o al ejército escocés
plantando cara a los ingleses en Stirling, eso sí, esta vez no enseñaron el
culo (como hizo, tan coqueto él, Mel Gibson en Braveheart), iban con el corazón
en la solapa y ante tamaño gesto de valentía, uno no puede hacer otra cosa que
quitarse el sombrero y, humildemente, saludar.
Sentí, como digo, el latido de su
corazón.
Primero
uno, delicado, silencioso, de forma trémula: pum
Luego
otro, más animoso, incitando al primero: PUM.
PUM.
Luego
todos juntos: PUM. PUM. PUM. PUM. PUM.
Y el
mío, tan chiquito, creció y creció hasta comprender que éramos seres absolutos,
y tan precisos como preciosos.
Y
latimos todos a la vez con un PUM que todavía me resuena en las arterias.
Es lo
que tiene estar rodeado de corazones latiendo en armonía y amistad.
Sonreí. Con cierta tristeza, he de reconocerlo,
porque ver injusticias me hiere, como a todos.
Y
mentalmente abrazando a tod@s y cada un@, sin saber sus nombres o, mejor dicho,
sabiendo solamente unos pocos, salí de aquella Universidad que hacía dos años y
medio me había invitado de una manera poco afectuosa a marcharme, salí esta vez
sabiendo que volvería al día siguiente, y que al día siguiente volvería a
sentir lo mismo:
Que
volvería a oír sus corazones latiendo como si fueran UNO y que el mío
respondería latiendo, al menos por un segundo, junto al suyo.
Esto no
es más que un mínimo homenaje a un gesto VALIENTE y SOLIDARIO. Nada más.
No puede ser otra cosa.
Un gesto
que reconoce otro gesto.
Un
corazón que reconoce a otros corazones y se funde con ellos.
Nada más
que eso.
Nada más
y nada menos.
Cuando
hace dos años se me invitó a bajar la cabeza y seguir en una “esquinita” para
defender “lo mío”, decidí que, para el poco pelo que me quedaba, lo mejor sería
levantarla aunque me llevara la primera, la segunda y la vigésima en el peazo
frente que me ha tocado por suerte. Hay
veces en que perder es ganar, así lo sentí entonces y así lo siento hoy. Me prometí también por aquel entonces que no
volvería a dejar pasar la oportunidad de agradecer y reconocer, al menos
simbólicamente, todos los gestos de valentía que viera a mi alrededor, que me
inspiraran.
Cada vez
que vemos estos gestos, todos somos un poco más humanos, salimos de Matrix por un rato aunque a los Poderes Fácticos esto
les toque las narices.
Hemos
empezado a DESPERTAR, herman@s mí@s, y llegará el momento en que aceptemos que
todo aquello que le hacemos a los demás, nos lo hacemos a nosotros mismos.
Tu dolor,
querid@ mí@, es mi dolor, tu alegría, amig@ mía, es mi alegría.
Gracias,
alumnos del Grado de Educación de Infantil y de Primaria de la E. U. de
Educación de Soria.
Gracias
por haber seguido firmes en vuestra PROFUNDA CREATIVIDAD y DECIDIDA FIRMEZA
ante lo que muchos hemos considerado un sinsentido y una injustica.
Habéis
sido nuestra inspiración.
En algún
momento todos tendremos la oportunidad de agradeceros que nos hayáis ayudado a
DESPERTAR, pero yo quiero hacerlo ahora.
Por eso del Karma, ya sabéis, o, mejor dicho, del Dharma (al menos mis
alumn@s ya saben que es uno de mis “rollitos” así que no os pillará de
sorpresa, ¿o sí?).
Yo al
menos, eso lo tengo claro, os debo una.
Y, como
dicen en Sánscrito (que para algo soy lingüista y filólogo aunque converso ya
hacia la didáctica y la metodología), “SHANTIH”.
Me voy un rato a meditar, que luego tengo que ir a trabajar a la uni y tengo un día muy largo.
Besos
para tod@s. Namaste.
Muchas gracias! Estamos orgullosos de lo que hemos hecho, y también de que todo esto se vea desde fuera como una lucha por nuestros derechos!
ResponderEliminarEs para estarlo, y lo mejor ha sido demostrar esa voluntad firme de dejar claro que ha llegado un momento maravilloso en que el todos hemos de dejar atrás el "viejo modo" de bajar la cabeza y decir "vamos a aguantar, que es lo que se ha hecho siempre". La mecha está prendida, gracias!!!!
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