¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 29 de enero de 2012

A HEART IN WINTER

(fragmento del relato "Un corazón en invierno" por Francisco José Francisco Carrera)

Mi corazón se forjó en una noche de invierno a pesar de haber nacido un 21 de junio, eso ha sido un regalo infinito, algo que me ha llevado a morir en el sueño cada noche y renacer con el rocío de cada madrugada.  Mi corazón, hermanos, es una gema fría que se cristalizó en los hielos del norte.  El viento pulió el contorno con un soplo gélido y de profunda oscuridad.  En la noche, en la más oscura de las noches, queridos míos, mi corazón recogió un fuego diminuto de la piedra y del barro negro, insaciable barro negro que es la esencia que se genera cuando el amor une los cuerpos y también las almas.  Ese fuego, más bien leve chispa, encendió las arterias que, con un fuego azul inesperado, ardieron prestamente creando cuerpo y mente y alma antes siquiera de que alma y mente y cuerpo fueran al fin creados.

Es este corazón de invierno, estrella eterna, el que te ama hoy, el que te amó cuando Grecia ya era vieja y cuando mil soles y mil lunas se extendían por el firmamento, mucho antes de que la Atlántida desapareciera avergonzada por su soberbia.  Te ama tanto este corazón, luz de mi vida, tanto te ama, agua que aligera mis tormentos...  Un corazón de inverno estalla cada primavera, entona cantos guerreros al caer el sol tras las largas tardes de verano, es un corazón que siempre late un segundo por detrás del resto de los latidos del universo, por eso siempre llego un poco tarde a los ritos, o al mercado, o a la casa del Espejo Silencioso.

El Espejo..., ¿sabes?, el Espejo siempre refleja lo mismo para mí: lagos helados, bosques fríos y en tiniebla, picos lejanos cubiertos por la nieve...  Por eso me gusta oíros contar lo que los demás veis, me encanta oírte hablar de las playas doradas, del agua anaranjada de las costas de Hayet, del silencio dulce que emana la luna en los manglares del continente de Asur.  Se ve que no es usual tener un corazón de invierno, especialmente si se ha nacido en verano..., pero hasta en eso he salido diferente, o yo me he sentido diferente, bueno, hasta que te encontré y con tus labios rompiste la cadena de hielo que me ataba a una prisión imaginaria.  Me diste una luz que encendió mi corazón de invierno como se encendió la primera vez que empezó a latir con la chispa de la vida.

Acaso el amor sea esto, nada más, acaso amar sea algo tan simple como esto, dos corazones unidos, dos labios, dos cuerpos, dos almas, el silencio alrededor dando cobijo y fundiendo las formas en la forma única..., pero no me dejes ponerme poético, calla mi boca con tu boca y de la mano volemos juntos hasta una de las fronteras conocidas y allí hagamos Su voluntad: seamos felices, olvidemos por un rato el Espejo y sus imágenes, olvidemos este juego de la vida (siempre supe que era un sueño) y empecemos a ver qué secreto se oculta cuando hasta lo que parece mentira se torna realidad.

Desde el invierno de mi corazón os envío un beso tiernamente florecido a todos vosotros, amigos míos, gracias por seguir esta luna de agosto con vuestros bellos ojos.  You know I love you all, and I'll always do!!!!

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