¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 8 de mayo de 2011

EL FUEGO ABSOLUTO DEL AMOR

He pasado unos días "inmovilizado", gracias (sin duda me gusta agradecer todos y cada uno de los acontecimientos que me visitan) a un problema muscular en el muslo derecho he tenido que reposar, así, tumbadito, tan ricamente, y con todo ese tiempo me he podido dedicar a leer como un cosaco (esto es, con un vaso de vodka al lado, jeje). He aprovechado para leer unos cuantos textos que tenía en mi "lista de cosas por hacer", entre ellos varios libros de mi querido Blay, deTony Parsons (The Open Secret), de Osho de nuevo y de Pearl (La reconexión). Lo cierto es que de todas estas lecturas me ha surgido un poema que le quiero dedicar a mi buena amiga María Gallardo a la vez que lo comparto con todos vosotros.

Nada más, que tengo que ir volviendo a la vida activa poco a poco. Besotes.

EL FUEGO ABSOLUTO DEL AMOR

Por Francisco José Francisco Carrera

Para María Gallardo,

quien me habló por primera vez de la Reconexión.

Con este poema quiero sanar todos tus males,

los del cuerpo y los del alma,

¿acaso no supimos siempre

que aquí no hay verdaderamente

ni dos ni tres?, ¿qué todo lo que había

era lo uno en mil máscaras preciosas

distintas?

Y sí, amado mío con cuerpo de cometa

y sonrisa de tempestad,

aquí hemos llegado

tras caminar hasta perder

los pies en el camino

y crecernos alas infinitas

de luz y de hermosura,

aquí empezamos a ser

al dejar de tener,

empezamos a ser la vida

perdiendo para siempre

el miedo a vivir,

tú y yo, amantes eternos

desde el principio eternos,

hermanos de sangre siempre,

parientes de corazón,

tú y yo dejando atrás

esas formas que nos hacen

ser tú y yo para convertirnos

en él, en ella, en todos los demás

y así dejar ya el dolor y la agonía

de ser un cuerpo finito.

Qué gran broma,

qué broma tan estupenda,

y nosotros pensando que iba en serio,

que todo era mucho más que un juego

para por fin descubrir que sólo el juego

ha de tomarse en serio,

que todo lo que nuestros padres y maestros

nos decía que debíamos tomarnos en serio

era lo que debíamos considerar una broma

y nunca preocuparnos por ello,

que lo que había que hacer bien,

con todo el alma y el cuerpo por igual

era el jugar,

el jugar como cuando éramos pequeños

y el mundo era un sortilegio de azul

y de rojo y de amarillos estupendos,

cuando abrías los ojos

y la realidad era simplemente lo que había,

lo que te iluminaba por fuera y por dentro.

Y aquí vuelve mi voz

en forma de poema,

como siempre hace

de cuando en cuando

y cuando me siento

sangrar de puro amor y felicidad.

Lo que quiero hoy

es estar en ti,

hermano mío,

saberme tan cerca de ti

que pueda oler tus ojos

y sentir el fuego absoluto

de tu cuerpo transcendiendo el mío,

sentir que mi corazón escucha

tu silencio diciendo al universo entero

que floreces y has florecido desde el principio de los Tiempos

y te rompes

y te alzas

y no dejas de gritar

ya sin voz

ya sin miedo

y en ti todo se torna dulce

y lo amargo es tan preciado como preciado es el amor

y ya no necesitas elegir

y no distingues lo bueno de lo malo

porque todo es perfecto

al ser simplemente lo que es.

Y ya,

con mi saco de arena

a la espalda,

busco el frescor de la montaña

y desaparezco para dormir mil años.

En mis sueños

sanaré la Tierra

y el Cielo

volverá a llenarse

del Fuego

absoluto del Amor.

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