¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 30 de mayo de 2010

SÓLO SI ESTUVIMOS PERDIDOS, PODREMOS POR FIN ENCONTRARNOS




Nota: Tranquilos, en lo que sigue no hay spoilers de ningún tipo, vamos que no destripo absolutamente nada.

Perdidos ha acabado. La serie de la Isla que es mucho más que la isla ya no está en antena. No volverán nuevos episodios con Jack, Hugo o Kate. No volverán porque ha terminado. Seis temporadas que han sabido mantenernos totalmente enganchados al televisor. Nada será igual que antes, pero tampoco es necesario. La isla no volverá a nosotros pero nosotros podremos revisitarla siempre que queramos. Y muchos de nosotros guardaremos esta serie en la memoria como uno de los momentos culminantes de la televisión actual. Y mira que me gusta la tele, y las series…, de hecho alucino al recordar que pasé dos años de mi vida sin tele (cuando viví en Irlanda primero y en Inglaterra después) porque no me apetecía mucho verla. No es que sea algo que necesite, la tele, digo, pero me gusta y me gusta mucho. Sobre todo las series americanas y las británicas, para qué nos vamos a engañar. Perdidos (me cuesta llamarla así porque siempre me he referido a ella como Lost y siempre tuve la suerte de verla en versión original) ha sido una pasada de serie. Ha sido un aliento amoroso y fresco lleno de luz y oscuridad. No puedo dejar de recomendar su visionado, como no puedo dejar de recomendar la lectura de la Biblia (apócrifos incluidos, por supuesto), cualquier tratado de Zen, El palacio de la luna (de Paul Auster), escuchar a Peter Gabriel o, esto lo hacía cuando no vivía en España, comer jamón serrano y tortilla de patata. Hay bellezas que han de ser experimentadas, que no se pueden contar. No puedes describir a qué sabe un beso, el olor de una flor, el silencio del alma al reconocer tu conexión divina, todo eso ha de ser sentido y cuando lo sentimos no somos nosotros los que lo hacemos, porque el ego, esa careta que nos impide reconocer el verdadero nombre de la rosa, siempre nos aleja de lo que es verdaderamente Real; al fin y al cabo el nombre del universo es nuestra misma esencia y sólo al dejar de fingir lo que no somos podemos verlo. Se puede reconocer, pero no aprehender, como todo lo importante en la vida.

Y perdidos se ha acabado, pero ya no estamos perdidos, para nada, hemos sido encontrados. Y como no quiero entrar en sutilezas sobre la serie, que me volveré a ver enterita este verano, hoy mejor os dejo con un poema “temático”.

PERDIDOS
Por Francisco José Francisco Carrera, Filólogo calvo y foca antártica por prescripción facultativa.

Si te pierdes conmigo
en la isla
lo mismo
me da por cogerte de la mano
para que juntos veamos
el atardecer
ante la playa,
miraremos el mar
y nos regocijaremos
ante un sol tan dorado

como el fantasma del pasado.

Y no diremos nada,
seremos felices,
así, por las buenas,
sin teléfonos, sin prisas
y sin máscaras,
simplemente tú y yo,
respirando,
dejando ir todo mal rollo,
escuchando cómo
dos corazones distintos
puedes ser uno y el mismo,
allí,
solos
y eternamente acompañados,
tú y yo,
de la mano,
sabiendo
como ahora sabemos
que en esta isla preciosa
somos por fin hermanos
y que el agua, silenciosa,
es nuestra primera madre
y que la luz ha sido siempre
nuestro verdadero padre.


Bésame pues,
lentamente,
y deja en mi cuerpo
las heridas de un amor
que ha sabido ser lo que era,
la luz al final de túnel,

la luz que nos encontraba
después de haber estado perdidos.

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