Por Francisco J. Francisco
Como
el mar
recorriste
el horizonte.
Fuiste
una palabra,
un
sueño, tal vez
menos
que eso,
tal
vez la misma
nada.
Tan
fugaz, tu rostro
formulaba
silogismos
que
tus labios
se
encargaban de negar.
Un
Marx alcoholizado
reescribe
El Capital
con
una sonrisa sardónica
y
maléfica
mientras
Descartes
espera
encontrar en sueños
la
lógica incomprensible
del
amor.
Perdiste
el miedo
leyendo
a Schopenhauer.
recobraste
tu heredad
en
páginas del Rigveda.
Sólo
tú y el horizonte,
sólo
la música del camino,
el
polvo y la arena
cubriendo
tu rostro hasta el final.
Como
el mar
te
olvidaste de tu nombre.
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