La Diosa de las Serpientes |
EL SILENCIO DE LA DIOSA
(Poema en prosa de Francisco José Francisco Carrera)
Para mi hermana MariPaz
La Diosa siempre nos habla en silencio. Cada forma es un suspiro que nació en el
vientre de la Diosa. Nunca fue de otra
manera. Esto ha sido así desde antes de que el no-tiempo
diera origen a aquello que necesitó de la ficción de la historia para ser
comprendido por la mente insulsa de los hombres. La Diosa no es ni anterior ni posterior al
tiempo. El tiempo simplemente no es para
la Diosa. La Diosa sonríe ante la mente
que quiere aprehenderla en sus pequeños confines, ella contiene a su vez el
universo y el vacío absoluto que lo rodea.
El mito es la manera humana de hablar el lenguaje de la Diosa, el hombre
no se da cuenta de que la Diosa no habla idioma alguno, en todo caso Ella es el
idioma que florece en el silencio.
Hoy canto a la Diosa Blanca, pero también a aquella que
cubre su cuerpo con el rojo puro de la sangre y del amor. La Diosa Negra de la noche acude presta a mi
llamada. Y todas las mujeres del mundo
hablan un lenguaje que murió cuando Babilonia era joven. Y los hombres asentimos y sabemos qué es
verdad, reconocemos el nombre detrás del nombre, la esencia original que
desaparece detrás de las máscaras y el signo.
Sus ojos habían cegado el fuego con una luz esplendorosa y acaso por eso
cuando nos levantamos nos dimos cuenta de que el mundo, tal y como lo habíamos
conocido, era un infecta cloaca de miedo, odio y estupidez total. Pero la Diosa tenía colmillos de hielo y sus
manos eran llamas infinitas que todo lo podían sanar. Nos acercamos a ella y le pedimos que nos
ayudara a cruzar el desierto de los días y el mar oscuro de nuestras
noches. Ella sonrió, nunca nos había
abandonado, éramos nosotros los que le habíamos dado la espalda aquella
madrugada en que creímos lo que era falso y desechamos nuestra esencia verdadera,
cuando las mentes no quisieron volver a escuchar al corazón.
Y aquí estamos, ante la roca y la espiral, a punto de abrir
la puerta que nos permitirá acceder a la vida nueva que es la vida más antigua,
el principio disfrazado de final. Y no tenemos miedo, nada nos preocupa ya,
hemos dejado de ser hombres o mujeres, no tenemos ni nombre, ni patria ni mucho
menos edad. Somos lo que somos, pero
sobre todo SOMOS. Y somos a la vez el
Uno y los Muchos. El universo entero
explota dentro de nuestros pechos y en nuestros corazones nacen miles de
estrellas y miles de mundos a su vez nacen y se pueblan en nuestros ojos y
todos mueren y viven a la vez. Nunca
hemos sido tan nosotros mismos, nunca hemos sido tan los otros.
Y la Diosa nos vuelve a hablar desde su prístino silencio primordial. Cada forma suspira por regresar al vientre de
la Diosa. Nunca hubo de ser de otra
manera. Esto será así cuando el hoy sea
el pasado transformado en el futuro, el tiempo del no-tiempo, la historia más
allá de la historia. La Diosa venció a
la muerte muriendo y muriendo se convirtió en el amor que no muere. El tiempo simplemente se disolvió ante la
Diosa.
La Diosa ha abierto abismos de luz allí donde moría la
esperanza y ha derramado, dadivosa, su sangre, su cuerpo y su alma en cada cosa.
Y el amor crece en mí cada mañana y cada noche muere para
volver a nacer al volver de forma absoluta al Silencio de la Diosa.
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