Estos días ando a la vez meditabundo y frenético, y me alegro de que así sea, como me alegraría de lo contrario, como me alegraría en cualquier caso.
Y no quiero hoy ser muy "palabroso" así que vayamos al asunto.
Un poema. Un pedazo de poema. Un poema impresionante. El autor, el grandísimo Abelardo Linares. Es maravilloso. Disfrutad.
QUE CORTA FUE LA NOCHE
Abelardo Linares
Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto encima de la mesa
y hay ropa por el suelo y discos y tabaco.
Aunque aquí ya no estés, mis brazos aún te buscan.
Y en este fingimiento de abrazarte en la almohada
persigo tu recuerdo, tu cintura, tus hombros.
Tu cuerpo no fue un sueño y quizás en el baño
mi cepillo me espere, mojado de tu boca,
o húmedas toallas que secaron tu pelo.
Huelen a ti las sábanas. El barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto. Qué corta fue la noche.
Qué lindura de poema, ¿no? Y me encontraba yo releyendo algunos poemas de este poeta excepcional cuando uno de sus versos, cual lanza de luz y de estrellas, se me clavó en todo el corazón. El verso es el título de esta entrada: Igual que un corazón latió la noche. Y, herido de pura vida que le hace el amor a la muerte para fundirse en el todo y en la nada, desde ese fogonazo en mi pecho se mandaron las órdenes oportunas al cerebro y este a mis dedos que, teclado en mano, se pusieron a escribir este poema. Como otras tantas veces, quiero compartir con vosotros el fruto.
Nada más por hoy, queridos míos, ya sabéis que sigo acariciando vuestros ojos con susurros de un amarillo prodigioso y frecuentando vuestros dulces sueños con los verdes más tremendos. Gracias por estar ahí, gracias por sonreír y por ser así, simplemente así.
EL LATIR DE LA NOCHE
Francisco José Francisco Carrera
Igual que un corazón latió la noche.
(Abelardo Linares)
Igual que un corazón latió la noche,
igual que un frío sol que duerme
a pleno día, se apagó mi corazón
y no pudiste o no supiste traer
a mi oscuro pecho la llama del amor;
igual que el sueño de un Dios
que crea mundos que desaparecen
al despertar, igual que la voz
de un muerto que no acaba de morir
nunca se llega a escuchar,
del mismo modo, mis ojos
celebraron la tristeza
al saber que a cada latido
una estrella se apagaba
como se apaga siempre el amor.
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