¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 22 de noviembre de 2009

DEL AMOR Y EL DOLOR DE AMAR

Sirvan estas palabras como homenaje a la melancólica banda sonora que crearon Los Secretos, sirvan también como recuerdo de Enrique Urquijo, cuya belleza frágil y atormentada nos ha dado tanto arte en estado puro y cuya marcha, como todas y cada una, fue tan prematura.

Para Raquel, que me ha enseñado que para aprender, primero hay que saber olvidar.

i Primeros pasos, primeros besos.

“No puedo soportarlo, no puedo aguantar más,
pero cuando me miras no sé cómo evitar
esa mirada loca que me hace dudar,
no sé si soy yo mismo, no tengo voluntad,
no tengo voluntad”
(Los Secretos, Ojos de perdida)


Abrámonos el corazón, hermanos, dejemos que el alma se nos ventile enfrente del mundo, no temamos equivocarnos, caer, ser la risa y el cachondeo padre de los que nos rodean; nada ni nadie, al fin y al cabo, puede dañarnos, nada puede, en verdad, herir eso que realmente somos: luz profunda y esencia de luna.

Abrámonos el corazón, así, a machote, en canal, para que fluyan nuestros recuerdos, los que dolieron y los que curaron el dolor, los que nos llevaron al cielo y los que nos hicieron llorar. Así, en estas small hours, ahora que, una vez más, todo está en silencio y nada nos escucha, en este precioso momento en que todo resplandece como si fuera nuevo aunque haya estado con nosotros desde el principio de los tiempos.

Hablemos pues, hermanos del amor que todo lo puede.

Hablemos pues, amados, del volver a ser un niño.

Con la inocencia más graciosa,
que apaga el tono de la rosa,
con ese brillo que te vuelve un niño, llegaste como si tal cosa.
Después de andar a la deriva,
por mares turbios de bebida,
como un chiquillo falto de cariño,
de pronto es todo tan sencillo, sencillo.
Volver a ser un niño.
(Los Secretos, Volver a ser un niño)


ii El mito del primer amor o el primer amor convertido en mito.

Yo no sé qué careta va a servir
si me miras sólo pienso en huir,
si mis flores no te gustan tíralas,
para eso están,
no puedo ofrecerte nada más que lo mío,
nada más, estoy vacío,
ada más.
(Los Secretos, Nada más)


Un arco iris de color, así entendías tú el amor.
(Los Secretos, Tu tristeza)


Have it your own way, my friend, que tanto me da o me da lo tanto. El primer amor marca, dicen, y bueno, ya sabemos que todo esto es muy relativo. En cierta manera, cada amor es un “primero”, ahí radica la singular belleza que reside en el amar, que nunca es igual, que siempre se regenera, que no puede repetirse. Por ello, el primer amor, sin duda, marca, pero no más o menos que el tercero o el cuarto. Todo, como digo, depende. Es como el primer beso, que dicen inolvidable…, pero yo no recuerdo el mío, y eso que no se puede decir que haya besado a muchas mujeres. Pero bueno, claro está que con toda la mitología que puebla nuestra infancia acerca de los príncipes azules y las princesas rosas, de ese primer beso que nos pleistocena desde los croquis hasta el promenar, pues eso, que es difícil no estar esperando el momento como la epifanía más profunda de todo muchacho y muchacha.

Al fin y al cabo, ¿mito o realidad? Lo que tú quieras, da igual.

iii Te espero hasta el amanecer.

Ya no persigo sueños rotos,

los he cosido con el hilo de tus ojos,
y te he cantado al son de acordes aún no inventados.
(Los Secretos, Pero a tu lado)


Yo creo que me he enamorado unas cuantas veces, no sólo de personas, obviamente, si no también de varias ciudades, de amaneceres, de miradas solamente, de un largo etcétera, la verdad. También es cierto que todos los amores que han pasado han sido necesarios para poder llegar a los amores presentes; así, sé que todo lo que he amado y perdido me ha conducido a este dulce momento presente que comparto con la luz y el agua de mi vida, Raquel, y que a partir de nuestro amor se han ido generando nuevos vínculos amorosos hacia el mundo que nos rodea. Todo esto me hace ser consciente de la importancia de amar y vivir el presente y, cuando es necesario, mirar hacia atrás filtrándolo todo desde esa lente de amor. Lo que ya pasó, no es, tan sólo fue, y tuvo su razón de ser, ahí esta su inmensa belleza.

Y yo, amada mía, te esperaré hasta el amanecer, pero ni un minuto más.

El mañana no existe y si tú no llegas ya, hoy, ahora, nunca habrás de llegar.

iv Dolores del alma.

Esta noche crucé la ciudad para buscarla
y a su gente también pregunté, nadie dijo nada.
En las calles y bares miré, busqué su huella
y las veces que la creí ver nunca era ella.
Sólo quiero verla y no sé si se acuerda,
no sé si se acuerda.
(Los Secretos, No sé si se acuerda)


Y qué pasada, hermanos míos, cuando se nos quebranta hasta el alma, cuando, después de sentir el calor, llega el winter of souls y se nos congela el corazón. Ay, queridos, cómo duele la vida entonces, cuando nos levantamos y el ser amado ya no es el ser amado, cuando el siguiente paso nos lleva hacia el vacío, o eso parece, cuando nos resulta insoportable estar con nosotros mismos. Qué pasa entonces, mes semblables, mes fréres,…, pasa que ese es el mejor momento, inmersos en ese dolor insondable, para aprender a amarnos incondicionalmente, pasa que es el mejor momento para elevar nuestro mísero amor individual a un estado cósmico de amor profundo. Pasa, hermanos míos, que deberíamos dar las gracias por cada gesto amigo, por cada respiración, por cada sonrisa dada o recibida. Pasa, hermanos míos, que el universo se manifiesta en cada uno de nuestros poros. Y así, el dolor también pasa y no queda ya nada. El vacío absoluto de no ser nadie siendo todos en cada instante.

Eso y sólo eso es lo que pasa.

v Y nuestras almas se encontraron.

“…bailando con la sombra de su recuerdo…”
(Los Secretos, Bailando en el desván)


Yo os voy a contar cómo funciona esto del enamoramiento en mí, y para ello, qué mejor que contaros lo que pasó cuando me enamoré de Raquel. No voy a entrar en los detalles del mágico viaje que emprendimos a Grecia, de cómo durante una semana el mundo dejó de girar a nuestro alrededor para girar solamente dentro de nuestros corazones, de cómo los únicos amaneceres eran los que se daban cada mañana al desayunar cerca de ella aunque rodeados de gente, de cómo los atardeceres tenían el tacto del terciopelo y el sabor del mar, de cómo los anocheceres eran lacerantes hasta la locura porque yo estaba siendo arrastrado por las corrientes del que empieza a amar. Simplemente, amigos, os diré que parados en una calle cualquiera de Atenas, hablando de esto y aquello, sentí (sentimos, creo) que nuestras presencias físicas eran mero atrezzo y que nuestras almas se estaban comunicando directamente, obviando las palabras, ignorando cada gesto, así, sin más mediación que dos seres sin nombre, ni pasado, ni futuro en profunda comunión.

Y al llega a este punto la prosa no puede ya comunicar más y es entonces cuando de entre mis dedos florece el poeta y dejando de ser quien soy siento que el universo utiliza mi cuerpo para manifestarse:

Y la luz del alma
abrió
el oscuro cofre
de la desesperación
para allí
por fin hallar:
la risa de la rosa
y la música del mar.



vi Más allá del amor sólo queda el volver a amar.

En la vida avancé contra corriente,
he perdido tu mirada entre la gente,
no tengo nada más que malgastar, voy a esperar,
aún me queda una partida por jugar
con mi amiga mala suerte, mi amiga y mi rival,
mi amiga mala suerte
(Los Secretos, Amiga mala suerte)


Y qué nos queda, amados hermanos, qué nos queda al llegar la noche, cuando cerramos la puerta de nuestras casa y nos convertimos en seres simples de pijama y zapatillas, lejos el maquillaje, los símbolos externos, los vaqueros de diseño, el reloj, los anillos, las pulseras, qué queda de nosotros y de los otros. Nada. Nada más que amor y deseo de volver a amar, a todos y cada uno de nuestros hermanos, romper esta jaula corporal que nos hace volvernos egoístas, crueles y cínicos. Ser de nuevo lo que siempre fuimos y nunca dejamos de ser: puro y esenciado amor, latente e inagotable amor, hermanos, sólo eso, nada más y nada menos que eso.

Y qué me queda por decir ya, amados míos,
tan sólo que cada sonrisa
que se refleja
en mi rostro
me recuerda
vuestra belleza,
vuestra prestancia
y que el profundo
silencio
que ahora me rodea
susurra quedamente
vuestros nombres,
vuestros millares de nombres
que en el fondo
son uno y el mismo,
el único nombre
que compartimos
pero tendemos a olvidar,
el nombre que nos hizo despertar
a la verdadera realidad,
el único nombre que no podemos nombrar,
lo sabes,
lo conoces,
es lo que eres,
hermano mío,
es lo que siempre has sido,
lo sabes,
no lo puedes negar,
es lo que siempre has sido
y lo que siempre serás.


PD. Ruego sepaís disculpar cualquier incoherencia en el texto, llevo unos días un tanto febril, envirusado hasta las trancas, y sólo ahora empiezo a ser capaz de manejar discurso y pensamiento de forma un tanto coordinada.
Besos llenos de amor para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario