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Así será la explosión de luz que nos ha de iluminar... |
Para
mis alumnos pasados, presentes y futuros,
mis mejores maestros en el arte de
olvidar
para recordar qué es lo que importa de verdad
y con los que aprendo a
vivir de una manera distinta día a día…
A
modo de “declaración de principios” para mi docencia y para mi vida…
(Si algo intento transmitir a mis alumnos
y a mí mismo es “cierto grado de coherencia” dentro de un “sentido entrópico
natural”. Y, al menos desde que volví a
la docencia presencial después de 2 años de parón, tengo claro cuál es la “filosofía”
que subyace a mi metodología independientemente de la asignatura que imparta o el idioma en que lo haga. Como lo que no
tengo tan claro es que lo transmita adecuadamente, he querido redactar esta
entrada en mi blog a modo de “introducción teórica” en la que basar toda mi “manifestación
formal docente”. Esto, lo digo a corazón
abierto, es lo que me importa cuando enseño, cuando vivo…)
¿Qué
es lo único que importa? Sí, ya, tú
también te lo has preguntado más de una vez, eres un tipo listo, una tía que
sabe lo que quiere…, y sin embargo desde niñ@ te lo preguntas los domingos por
la tarde cuando esa luz especial entra por la ventana e intuyes que esta vida
es tan sólo una especie de ensoñación lenta y algo ruidosa, cuando tienes la
corazonada que hay algo más…, pero el qué.
Y
bueno, ya lo sabes, tú lo has vivido igual que yo, vamos al colegio, al instituto,
a la universidad, buscamos un trabajo, acaso pedimos una hipoteca o un préstamo
para un coche, y mientras no paramos de correr, ¿verdad?: hacemos cursos y
cursos de formación que nos deforman, estudiamos idiomas (cientos, miles de
ellos, y en el proceso olvidamos el que nos habla nuestro propio corazón),
mejoramos sin pausa unas habilidades y otras como un pokemon triste y solitario
que no cesa de luchar con los demás y contra sí mismo, y así, sin parar,
estamos en constante movimiento hacia ningún sitio, hacia ningún sitio que
importe. Y parece que a pesar de todo no
aprendemos una mierda. Al menos no
aprendemos lo que de verdad importa…, que hemos venido aquí para amar.
Yo
esperaba encontrar en mis títulos universitarios y en mis idiomas la solución a
la pregunta, pero lo único que conseguía era capa tras capa de conocimiento
erudito, una gruesa base de maquillaje para el ego, nada más, y eso me
apesadumbraba hasta que, como decía el divino Petrarca “a mitad del camino de
la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había
extraviado”. Y allí, en el medio del
desierto de mis lágrimas vino el rayo de luz que visitó al Buda, al Cristo, a
ti…, y supe por qué seguía aprendiendo, supe que lo hacía por inercia y vanidad,
nada más… Y lloré y lloré sin decir nada,
impotente, pero casi feliz por primera vez en décadas. Entonces los título me miraban, maliciosos,
cómo queriéndome decir, “anda que ibas tú listo si te creías que aquí estaba la
Verdad”.
Decidí,
pues, volver a la “fuente” y allí la pregunta surgió de nuevo… “¿Qué es lo
único que importa?”
¿Y
qué es eso? Es obvio, lo sabes tan bien
como yo y ya lo he dicho antes, amar, tan simple como eso…, lo que importa es
quererte y querer a los demás, lo que importa es no joder a tu vecino, lo que
importa es respetar el dolor ajeno sin alentarlo porque es cómodo mantenernos
en la “parte de arriba” del teatro de la vida (el karma siempre vuelve, no lo
olvides, así de maravilloso es, así de inevitable). Si fuésemos tan “cuidadosos” con el mundo de
los demás como con el nuestro…, ay, cuántas cosas cambiarían, ¿verdad? Pero, on second thoughts, es que tampoco
somos cuidadosos con nuestro mundo, lo llenamos de pensamientos terribles que
nos dañan, lo ensuciamos por dentro y por fuera, no lo respetamos, y así estamos
hechos un lío que ya no sabemos desenmarañar.
Y pasan las horas, los días, las semanas…, y los meses y también los
años, y cuando el nudo es tan gordo que no sabemos cómo meterle mano, sólo nos
queda ser conscientes de que, al fin y al cabo, no es más que un nudo
“virtual”, que si soplamos con la brisa de nuestro corazón, todo se vuelve
diáfano y no hay ni pasado ni dolor, no hay culpas, ni pecados, sólo queda el
silencio de las tarde de otoño con ese brillo dorado que nos llena de calor
aunque vaya haciendo frío…
Pero
claro, en seguida se vuelve a liar todo un huevo (o dos) y volvemos a lo de
siempre, que si lo mío es mío y que lo tuyo, pues eso, que no me importa que le
vaya bien si no me saca de mi “zona de confort”. Que revientan a bombas un país africano, pues
mira, está mal, pero como no me lo hacen a mí, miro para otro lado y ya está. Es fácil, ¿ves?, nos han enseñado a hacerlo
desde pequeñitos y ya sale de manera natural.
Que la gente pasa hambre…, pues mira, mejor para ellos que así no
engordan, pero claro yo tengo la despensa bien llena, y mis lorzas me amargan
cantidad, es lo que tiene el cinismo, que se disfraza de elegancia y
sofisticación a base de ironía.
Y
qué quieres que te diga, oye, es que hay días en que ya no sé si lloro por ti, por
mí o por el mundo en general.
Pero
es que hay tanta belleza alrededor, querid@s mí@s, sois tan precios@s, tan
preciad@s y precis@s que es miraros y el corazón se me ilumina y se me pone
saltarín.
Pero
joder..., esto no acaba.
¿Dónde
perdimos el norte, hermano mío? ¿Querida
hermana, me lo sabrías decir tú? Yo es
que esta mañana me he levantado sin hoja de ruta y ando como a la espera de tu
llamada. Sabes que no te olvido y sé que
tú me recuerdas también.
Y
es que ya he comido tanta basura que se me sale por las orejas y el cerebro lo
tengo emponzoñado de publicidad, conocimientos, títulos, ideas preconcebidas y
juicios estúpidos…, y quiero, ahora que me acerco a los 40, volver a ser un
niño de nuevo.
¿Sabes? Eso me he propuesto desde hace algunas
semanas. Ser el niño que era. El que amaba cada insecto en el patio. El que comía tierra. El que lloraba y reía con la misma
claridad. El que amaba hasta cuando
creía odiar. El que no entendía de
trabajo o cuenta bancaria. El que no quería
nada para él si no era también para los demás.
Y estoy convencido, lo voy a lograr…, y nunca más olvidaré qué es lo que
importa, lo único que importa. Cada
cambio de consciencia individual es un movimiento exponencial y a su vez
facilita un número inmenso de nuevos cambios.
Pronto seremos tantos…, nos reconoceréis porque llevaremos el corazón en
la solapa y una sonrisa de luz en la mirada.
Porque habremos recordado que somos vosotros y que vosotros sois
nosotros. Que todos somos uno y el mismo
manifestados en formas distintas, nada más.
Y
es que, querid@ mí@, déjame decirte que al ver tus ojos he recordado lo que de
verdad importa y ahora sí veo una salida clara, una bella salida llena de luz…
Si
quieres, herman@ mí@, nos damos la mano y vamos juntos hacia allí, que siempre
intimida un poco dar ese paso, nos han hecho creernos cobardes, inútiles,
egoístas, comodones y acomplejados, pero tú y yo sabemos que eso no es así… Sabes lo que eres en verdad, sabes de dónde
vienes y al reconocer tu origen ves asimismo la meta que no es ni ha sido nunca
un final…
Qué
quieres que te diga, cariño mío,
que
me sangra el corazón gotas perfectas de amor,
que
mis labios han descubierto que el idioma de los besos es universal,
que
los abrazos curan,
que
las sonrisas también,
que
esta vida es un regalo
y
a ella venimos a romper el colorido papel
para
compartir con todos tan delicioso PASTEL!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Gracias
a todos por haberos encarnado aquí y ahora para que nos pudiésemos conocer!!!!!!!!!!!!!!
Ahora
es el momento de aprender juntos, de recordar juntos, de, juntos, inaugurar un
mundo mejor…
Es
el momento. Las alas de luz nacen en la
oscuridad del corazón. Mi corazón se ha hecho uno con la sombra y en la sombra ha recuperado su eterno resplandor...
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