(fragmento del relato "Un corazón en invierno" por Francisco José Francisco Carrera)
Mi corazón se forjó en una noche de invierno a pesar de haber nacido un 21 de junio, eso ha sido un regalo infinito, algo que me ha llevado a morir en el sueño cada noche y renacer con el rocío de cada madrugada. Mi corazón, hermanos, es una gema fría que se cristalizó en los hielos del norte. El viento pulió el contorno con un soplo gélido y de profunda oscuridad. En la noche, en la más oscura de las noches, queridos míos, mi corazón recogió un fuego diminuto de la piedra y del barro negro, insaciable barro negro que es la esencia que se genera cuando el amor une los cuerpos y también las almas. Ese fuego, más bien leve chispa, encendió las arterias que, con un fuego azul inesperado, ardieron prestamente creando cuerpo y mente y alma antes siquiera de que alma y mente y cuerpo fueran al fin creados.
Es este corazón de invierno, estrella eterna, el que te ama hoy, el que te amó cuando Grecia ya era vieja y cuando mil soles y mil lunas se extendían por el firmamento, mucho antes de que la Atlántida desapareciera avergonzada por su soberbia. Te ama tanto este corazón, luz de mi vida, tanto te ama, agua que aligera mis tormentos... Un corazón de inverno estalla cada primavera, entona cantos guerreros al caer el sol tras las largas tardes de verano, es un corazón que siempre late un segundo por detrás del resto de los latidos del universo, por eso siempre llego un poco tarde a los ritos, o al mercado, o a la casa del Espejo Silencioso.
El Espejo..., ¿sabes?, el Espejo siempre refleja lo mismo para mí: lagos helados, bosques fríos y en tiniebla, picos lejanos cubiertos por la nieve... Por eso me gusta oíros contar lo que los demás veis, me encanta oírte hablar de las playas doradas, del agua anaranjada de las costas de Hayet, del silencio dulce que emana la luna en los manglares del continente de Asur. Se ve que no es usual tener un corazón de invierno, especialmente si se ha nacido en verano..., pero hasta en eso he salido diferente, o yo me he sentido diferente, bueno, hasta que te encontré y con tus labios rompiste la cadena de hielo que me ataba a una prisión imaginaria. Me diste una luz que encendió mi corazón de invierno como se encendió la primera vez que empezó a latir con la chispa de la vida.
Acaso el amor sea esto, nada más, acaso amar sea algo tan simple como esto, dos corazones unidos, dos labios, dos cuerpos, dos almas, el silencio alrededor dando cobijo y fundiendo las formas en la forma única..., pero no me dejes ponerme poético, calla mi boca con tu boca y de la mano volemos juntos hasta una de las fronteras conocidas y allí hagamos Su voluntad: seamos felices, olvidemos por un rato el Espejo y sus imágenes, olvidemos este juego de la vida (siempre supe que era un sueño) y empecemos a ver qué secreto se oculta cuando hasta lo que parece mentira se torna realidad.
Desde el invierno de mi corazón os envío un beso tiernamente florecido a todos vosotros, amigos míos, gracias por seguir esta luna de agosto con vuestros bellos ojos. You know I love you all, and I'll always do!!!!
¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")
domingo, 29 de enero de 2012
domingo, 22 de enero de 2012
DESVELANDO EL KARMA...
El Karma Desvelado por Denis Astelar |
“Independientemente de cuáles sean tus creencias,
preferencias, inclinaciones y situación personal, absolutamente todo está
regulado por un principio universal encargado de mantener el equilibrio entre
todas las energías existentes conectadas entre sí, y que escapan al control del
hombre.”
(Denis Astelar, El Karma Desvelado)
Hoy toca promocionar un libro, un libro que acaso pase
desapercibido pero que debería venderse como churros (y qué ricos están los churros,
oye), regalarse como flores (y qué lindas que son las flores) y aconsejarse
como los buenos amigos (y cuán preciosos son los buenos amigos).
Vamos a ello, que hoy es el mejor día de nuestras vidas y
nos apetece bailar y saltar y amar y meditar y agradecer y más cosas, oye.
Uno suele llegar a la Belleza por casualidad, a veces en el
baño, ojeando una revista, otras en el ascensor, en medio de una conversación
banal, o acaso en esos ratos maravillosos en los que no pasa nada (pero
absolutamente NADA) en nuestras vidas.
Uno llega a la Belleza (que es la manifestación física del amor) y se
queda encantado de este viaje “terrenal”, de tener un cuerpo, unos ojos, unas
manos, un estupendo paladar. Se queda
uno así, satisfecho y sin problemas ni hipotecas ni facturas que pagar. Todo está bien como está. Y mola, claro, mola y mola de verdad.
Pero la belleza, como dicen en inglés, es “skin deep”, vamos
que está por debajo de la piel, y esa belleza interna que acaso es Ética (¿la
manifestación espiritual del Amor?) ya te deja epatado por delante y por
detrás. Y uno busca esa unión profunda
que lo haga ser consciente de su verdadera unidad (los del Advaita Vedanta lo
sabían muy bien) y cuando hace “click” ya no hay “stop”, jeje. Y claro, cuando pasa de forma efectiva,
cuando la revelación va más allá de lo intelectual para alcanzar lo emotivo y
desde ahí llegar al rostro de tu rostro,
el rostro original del Zen, pues eso, que no debe dejarlo pasar, debe residir estupendamente
en ese centro luminoso todo lo que pueda (al fin y al cabo es lo que es en verdad) para
actualizarlo de forma fácil y constante.
Más o menos, este es el motivo de animaros a todos a leer
“El Karma Desvelado”, libro maravilloso del siempre maravilloso Denis Astelar,
un tipo flipante que uno no puede dejar de amar desde que lo oye hablar e
interactuar con el mundo. Es de esas
personas encantadoras que te apetece abrazar e invitar a unas cañas, un café,
unos callos a la madrileñas, yo qué sé.
No hace mucho lo veía y escuchaba en you tube y desde entonces he estado
interesándome un poco por las cosas que hace…, hasta que ya me pedí por la
Editorial Círculo Rojo su primer libro, “El Karma Desvelado”. Fue llegar y devorarlo en el mismo día, y
ahora, ya con más calma, me encuentro
degustándolo y poniéndolo en práctica (que para eso es). Me ha aclarado muchas cosas, al menos
intelectualmente, y empiezo a ver dichas ideas
con los ojos del corazón (por decirlo de alguna manera).
A ver, el concepto de Karma me ha interesado mucho desde que
tuve que estar 2 meses de baja por rotura de codo y fisura de muñeca; bastante
“incapaz” de escribir, dar clase, cocinar, limpiar y otras cosas que me
encantan, me dediqué íntegramente a leer sobre el Zen y el Tao, sobre Budismo e
Hinduismo, y meditar, empecé a meditar de verdad (y de mentira), también me
echaba unas siestas de proporciones épicas y que, por cierto, me sentaban de
maravilla. Creo profundamente en el
Karma, cómo no, si además, como dice Denis, es el principio universal más “determinante”…,
y es lógico.
Desde niño, le di muchas vueltas a la idea de “ama al
prójimo como a ti mismo”, estaba bien pero a veces me chirriaba, sin saber por
qué. De adolescente viví mi “ámate a ti
mismo y santas pascuas” particular. Pero
eso fue un doloroso camino lleno de odio y desesperación, de placer y hastío
por partes iguales, y todo eso no viene al caso. Más tarde invertí los elementos para llegar
al “ámate a ti mismo como amas al prójimo”.
Y así, con tantas idas y venidas, se me hizo claro que lo importante es
ser el otro sin dejar de ser uno mismo, y eso lo entendí a través de la poesía,
ya ves tú. A lo que voy, viajeros
kármicos, que os aconsejo a todos acercaros a Denis Astelar, ya sea por you
tube, por Facebook, por su libro, lo que sea, por cierto que tiene una academia
en Mataró que espero poder visitar algún día.
Más información sobre su Centro de Estudios AQUÍ.
Yo ahora ando aquí, revisando Karmas, Dharmas y demás cosas
lindas espirituales en este cuerpo calvo y sandunguero que me ha tocado en suerte (y qué suerte que he tenido,
oye, cuerpo lindo, cuerpo precioso, compañero en el camino de la vida física),
pero y vosotros ¿cómo lleváis vuestra balance kármico?.
Os dejo hoy con las palabras de Denis en El Karma Desvelado:
“Ten en cuenta en todo momento que el karma irá repitiendo
situaciones y experiencias en tu vida con el objetivo de que las liberes e
incorpores el atributo que tu espíritu necesita para lograr el dominio del
libre albedrío, logrando al fin amarte a ti mismo y a los demás”.
Besos enormes para todos, luces de mi vida y refugio de mi corazón
cuando se pierde en los bosques del dolor humano.
domingo, 15 de enero de 2012
RAQUEL AL PIANO
![]() |
Raquel tocando el piano |
Para ella, que en el viento descubrió la libertad de los que
mueren,
para ella ahora y siempre, pues por fin ha entendido que
su casa es una estrella,
para ella y sólo para ella, porque sí y para siempre,
para ella, dulce, salvaje, silenciosa y eterna sirena de
plata,
para ella…,
para la que decidió quererme cuando ni yo mismo me quería.
(Francisco José Francisco Carrera, “Para ella”)
Nada tiene el amor
que no contenga un beso.
(Fernando Beltrán, “El beso”)
Los domingos por la mañana Raquel suele tocar el piano y yo
aprovecho tal momento para revisar mis blogs, corregir algún poema o pensar
amorosamente en todos vosotros, queridos míos.
Me encanta oír cómo Raquel toca en el salón mientras yo visito mis
escritos en el estudio. No es una casa
especialmente grande, así que estamos cerca físicamente, aunque la cercanía es
total porque yo me fundo en la música que tan maravillosamente interpreta mi
compañera en esta vida física, luz y agua de mi corazón.
Me encantan los domingos, la verdad…, bueno, me encantan
todos los días, para qué nos vamos a engañar, pero los domingos tienen un algo
especial, son el día en el que me “conecto” con el silencio detrás del silencio
detrás de la música del amor. Y me gusta
ir lento todo el día…, respirar despacio, pensar despacio, caminar
despacio. Crear espacio despacio. Así, toda esta quietud me habrá de acompañar
durante el mayor ritmo (a veces frenético) de los lunes, por ejemplo, cuando
tengo mucho lío (¡maravilloso lío!) en la Uned.
Mola. Los lunes, por cierto, son unos
días fascinantes y llenos de alegría.
Pero sobre esto ya escribiré algo en otra ocasión.
Los domingos antes sabían a piruleta, té con bergamota y
beso de amor pero desde que empecé a compartirlos con mi compañera de cuerpo y
de alma tendrán siempre para mí sabor a piano y tacto de luz. Raquel, ola luminosa, la chica índigo que
vino de las estrellas para ayudarme a cruzar el desierto incierto y tenebroso de mis miedos, deja fluir su alma a través de las notas que toca y yo,
a su vez, dejo fluir la mía desde el
estudio y mis escritos hasta que ambas se encuentran en esa alegría sublime que
nos unió por primera vez la noche en que nos reconocimos en Atenas (¿fue acaso
en esta vida, querida mía, o acaso en algún sueño aún no soñado?)
Hoy, que es domingo, quiero tan sólo celebrar este y todos
los domingos, los míos y los vuestros también, amigos míos, y lo quiero hacer
con un poemilla muy corto que me gusta mucho.
Me marcho hasta la semana que viene, que quiero dejarme ir
para encontrarme con la presencia silenciosa de Raquel en el pasillo…, justo
aquí al ladito. Lo mismo también pasáis
vosotros por allí, pues si eso os invitamos a un té, por lindos y por
luminosos.
Sabéis que os quiero, que os queremos, sois demasiado
queribles para no quereros mucho, sería una pérdida irreparable no quereros por
lo que en verdad sois: maravillosos seres con los ojos llenos de luz y el
corazón pleno de amor.
Ahí va el poema, forma parte del poemario en el que trabajo
desde hace algunos meses y que lleva por titulo provisional “Me dijiste que era
un sueño”. El poema va, qué raro, de uno
mis temas recurrentes, la importancia de ser conscientes de nuestras vidas
segundo a segundo. Un beso con sabor a
pica-pica.
QUEMA TODOS LOS PUENTES
Por Francisco José Francisco Carrera
Para todos aquellos amigos que no podré
conocer en esta vida. Os esperaré al
otro lado del Silencio, soñando con vuestros rostros reflejados en el mar.
Quema todos los puentes
apenas los hayas cruzado.
No mires atrás, no te lamentes
por lo que ya se fue o dejó de ser,
el pasado permanece por siempre
anclado y muerto en el ayer,
aprender a ser como la llama
que vibra eterna en el presente
y de forma absoluta ahora
y sólo ahora sin que le importe
lo más mínimo cuándo, quién
y por qué la acaba de encender
o cuándo se habrá de apagar.
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