¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

sábado, 29 de septiembre de 2012

LED ZEPPELIN (I): O CÓMO LA ÉPICA SE HIZO CANCIÓN

Para mi cuñado Javi, ser maravilloso a quien le debo el descubrimiento de tantos y tantos grupos que han ido conformando la banda sonora de mi vida...

Led Zeppelin han sido muy importantes en mi vida, esenciales, diría yo.  Del mismo modo que los Génesis de Peter Gabriel, el Barroco inglés de Gibbons y Byrd, Queen, Héroes del Silencio, Opeth, Judas Priest, Iron Maiden o Cradle of Filth (entre otros muchos).  Pero los Zep son especiales.  Tan especiales que periódicamente me suelo pasar algunos días (a veces semanas) escuchando únicamente sus discos (sólo me ocurre esto con otro grupo, The Beatles).

Y así ha sido estos últimos días…, sobre todo centrándome en su período más tardío y más concretamente en sus temas “épicos”. 

De esos temas voy a hablar un poquillo.

Pero antes de entrar en materia, digamos que yo veo dos períodos claros en los Zep (lo mismo que en los Beatles), uno “minimalista” y otro “barroco”, el minimalista abarca los cuatro primeros álbumes (sí, esos que no tienen título, similitud, por cierto, con los cuatro primeros discos, deliciosos, increíbles, de Peter Gabriel en solitario) aunque ya en el cuarto aparece el primer tema épico “barroco” encarnado en esa maravilla de canción que es Stairway To Heaven.  Los siguientes trabajos, que ya llevarán título, presentan una necesidad profunda de experimentación y de transgresión de géneros y fronteras, se exploran sonidos, texturas, instrumentos, y, de forma natural, los temas se hacen más y más largos (también los discos, sirva como ejemplo ese pilar del Rock que es Physical Graffiti).

El quinto disco de estudio de los Zep es uno de mis favoritos, Houses of the Holy y ya suelta una “bestia parda” que os robará el corazón (y con razón), ese pedazo de Leviathan que lleva por título “No Quarter”.  Lenta y salvaje, precisa y preciosa, brutal y dulce, un canto vikingo (eso está claro en la letra) que es a su vez canto de sirena.  Entrad en él desnudos y dejaos llevar por la marea galáctica de una guitarra que fue anterior al universo, por una voz que romperá vuestras limitaciones para que por fin lleguéis a vuestro verdadero hogar.  Pasote de tema, oye.  (Pincha AQUÍ si quieres ir a you tube para disfrutarlo).

Su sexta obra es enorme…, enorme, enorme, enorme, pantagruélica, megalítica, dinosáurica, o más.  Es, hermanos y hermanas, Physical Graffiti.  Tenéis que escuchar este disco si no lo habéis hecho, es necesario, como también lo son A night at the Opera de los Queen, The Wall de Pink Floyd, Abbey Road de los Beatles y esa directo de los Muse que viene de otro mundo titulado HAARP (gracias, Miguel, por la referencia).
Aquí hay, al menos, tres temás épicos (“In the Light”, “In my Time of Dying” y el que comento), pero me quedaré con el más conocido…, Kashmir.  Ay, ay, ay…, Kashmir lo es todo y te va a dejar con un orgasmo constante y sonante pero todo el día así que antes de escucharlo métete un buen chute vitamínico, medita, da besos a tu chic@, frótate la espada con el quicio de la puerta, lo que sea, pero prepárate para el viaje más majestuoso de tu vida.  Y sí, es mi favorito entre favoritos, para qué nos vamos a engañar, este, Red Rain de Peter Gabriel y la famosa Medley que concluye el Abbey Road de los Beatles.  (Pincha AQUÍ si quieres ir a You Tube para disfrutarlo).

De su séptimo lp. me quedo, es obvio, con un aliento guerrero que es pura épica sin edulcorar, "Achilles Last Stand".  Chic@s, no tiene desperdicio, con ese inicio amenazador para estallar en seguida en un huracán que te va a zarandear con un bajo salvaje, una batería atronadora, una guitarra rasgando la realidad y la voz sin parangón de nuestro amado Robertito Planta.  A mí me vuelve loco, loquito de amor, ya veis, son 10 minutos y 22 segundos de puro placer divinal (o más).  (Pincha AQUÍ  si quieres ir a You Tube para disfrutarlo).

El octavo trabajo de los Zep y último de su discografía es tan especial para mí que me emociona enormemente hablar de él.  Y es tan especial porque no puedo dejar de asociarlo a uno de mis humanos favoritos, mi cuñado Javi....  Javi, querido mío, tú me lo dejaste, pero sobre todo es que fuiste tú el que me enseñó a apreciarlo y sólo por eso ya te mereces 1536 besos de pura bondad.  Y es que este disco parece lo que no es y es ciertamente lo que no parece.  ¿Acaso el menos heavy de todos?  Pues puede.  ¿Un disco sin una dirección determinada?  No lo sé.  Lo único que sé es que si bajas las persianas, te sientas bien cómodo, metes el disco en tu reproductor, lo subes a tope y te relajas, vas a recordar qué estás haciendo aquí y porqué mola tanto estar encarnado.  En espíritu, como seres multidimensionales que en verdad somos, escuchamos todas las músicas del universos (de los universos) a la vez, pero al concretarnos en la materia que, en nosotros, es carne (y huesos y sangre y músculos y todas esas otras cosas lindas) somos capaces de meternos de lleno en un solo tema, en una melodía, en una canción y ahí está uno de los milagros de esta experiencia corporal.  Y es tan grande, señor, tan grande este In Through the Out Door.  Qué tema elegir es un problema, acaso porque tengo un favorito tardío of all times en su balada “All of my Love”, pero acaso lo más cercano a la épica que aquí se encuentre sea “In the Evening”…, pero sólo a simple vista, en mi opinión el pedazo de tema mastodóntico es “Carouselambra” con sus más de 10 minutos de “fricada” sónica.  Os animo a escucharlo y hacer vuestra propia interpretación de esta pasada de canción.  Es que me he quedado sin aliento y ya ando aquí sin palabras, que me he prodigado hoy en demasía, ¿no os parece? (Pincha AQUÍ  si quieres ir a You Tube para disfrutarlo)

Y bueno, acabo con la promesa de que más adelante me ocuparé también de los cuatro primeros discos.  Espero que os resulte interesante este breve viaje al torbellino musical de los Zep. 

Os quiero un huevo, chic@s, ya lo sabéis!!!!!

domingo, 23 de septiembre de 2012

MISTERIOS DE LA POESÍA



La verdad es que la poesía, como sabéis, ha sido parte esencial de mi vida desde (casi) siempre.  Incluso en aquellos años que no me interesaba lo más mínimo, yo, sin saberlo, estaba buscando interpretar la realidad (mi realidad), la vida (mi vida) desde una perspectiva lírica.  Como ya he contado en otras ocasiones, a la poesía llegué como lector y crítico durante mis años de estudiante de Filología Inglesa para dar el salto a escribirla (de manera más profesional) durante mi año como profesor de español en Inglaterra.

Todavía me gusta sorprenderme ante el hecho de cómo llegan muchos de los poemas que escribo.  Son varias las veces en que tengo que parar lo que esté haciendo para escribir una serie de líneas que me viene susurradas desde algún otro lugar (ahora me gusta imaginar que es mi yo en 5 o 6 dimensión que me dice cosas para ayudarme en este camino en tercera dimensión más denso y más complejo y más oscuro…).

Y venga un ejemplo, esta semana, entre mis lecturas sobre psicología transpersonal, creatividad y hermenéutica analógica, he tenido que detenerme en seco para escribir una serie de poemas, tres para ser precisos, y que hoy comparto con vosotros.  A saber qué os parecerán (si os parecerán algo), yo siento que me los han susurrado para poder disfrutarlos yo mismo, sin más.  Lo que sea, oye.

Os dejo con ellos, guap@s.  Besotes!!!!!

GUERRAS MÉDICAS

Dejaste la espada
en la piedra,
la fría piedra,
fría, oscura, bestial…
Llorabas
y decías
no poder cerrar los ojos
y el miedo
ensombrecía tus rojos
labios…,
Cubría el mundo
con su olor
la carne quemada
y la sangre de nuestros
hermanos.

Y con todo,
sabíamos que morir
ahora
era a su vez
vivir para siempre
y para siempre volver
a olvidar
el sabor glorioso
de la muerte.

PROTÁGORAS

Con mi boca,
mi sucia boca,
infamé su rostro.
No lo sentí,
era un destino
merecido.
Escupí sobre
sus ojos y
colmé
mi corazón
con alegría.

Desde entonces
no dejo soñar
con él,
con sus bellos labios,
y lloro a menudo
porque por fin
había comprendido
que sólo él
me hubiera podido
enseñar
qué significa
en verdad
querer.

LOS 30 TIRANOS

Nos levantamos
este nuevo día
ante una Grecia
silenciosa.
Atenas no suspiraba
siquiera,
era nuestra,
por siempre
habría de serlo.
Habíamos venido
desde las sombras,
el altar sangriento
descubriendo
el horror infame
del morir.
Serían tiempos
de locura
que pasaría
por verdad,
de odio
que pasaría
por belleza
y de egoísmo
disfrazado
de bondad.
Pero nosotros,
hombres de humo
venidos desde
las sombras,
sólo nosotros,
sabríamos
qué era cierto
y qué ficción
y sueño.

Pero yo sé
que acabaréis despertando
y nos arrancaréis
de nuestras manos
la libertad que nunca
perdisteis…
Espero ese momento
con cierta angustia,
mientras bebo el vino
del Poder
y descanso mi cuerpo
sobre este trono de oro.

Acontecerá, pues,
lo que haya de acontecer,
y yo,
en otro cuerpo
y en otro tiempo,
estaré allí
y lo veré
como tú
también lo verás.

domingo, 16 de septiembre de 2012

SEREMOS ÁNGELES


Llevo unos días perdido en mí.  Unos días a la deriva por el mundo.  Unos días que parecen siglos y que pasan en apenas unos pocos segundos.  Y esto me ha llevado a meditar y leer mucho y escribir prácticamente nada.  Resultado: pues eso, que no hay casi material para este blog dominical.  Lo que pasa es que incluso en ese vacío, en ese silencio, los  poemas siguen emergiendo desde el humus primigenio que todo lo fecunda con una luz oscura,  nutritiva y numinosa.

Así que hoy os dejo con un poema, solamente, un poema, nada más.

SEREMOS ÁNGELES
Por Francisco José Francisco Carrera

Seremos por fin ángeles
cuando la luz nos acaricie
desde dentro y el invierno
frío y oscuro y doloroso
se funda entre los labios
primaverales del amor.
Y cuando seamos ángeles
nos amaremos dulcemente
al reconocernos como hermanos.

Pero espera, somos ya ángeles
humanos dormidos y asustados,
viviendo una frágil pesadilla
que parecía no acabar.
Llega pues un nuevo día
y nuestros ojos se han abierto
así que despiertos y hermosos,
ahora que por fin lo sabemos,
¿a qué esperamos para  amarnos?

viernes, 7 de septiembre de 2012

APRENDIENDO A MORIR

Detrás de la máscara se oculta el de verdad...

Desde niño puse mucho empeño en aprender a morir en vida para entender de verdad de qué iba la muerte.  Mi vida ha sido de lo más normal, pocas aventuras, algún amor, siempre demasiadas tristezas, noches de insomnio, ilusiones, algunas rotas y otras cumplidas.  No conquisté imperios, nunca conduje un Mercedes, no me acosté con tres exóticas bailarinas birmanas después de robar el cofre del Hombre Muerto, esas cosas que tantos hemos deseado después de un par de cervezas...  Como digo, nada reseñable, la verdad.  Me he metido el dedo en la nariz, tirado pedos en el Corte Inglés aprovechándome de la multitud (y después sonreía intentando captar las tonalidades de mi perfume estomacal), ganduleado antes de un examen, mentido a mis jefes, qué sé yo…, esas victorias mínimas que parecen dar sentido a una vida sin sentido. 

Pero como decía, desde niño me he aplicado muy seriamente en el estudio y la práctica de aprender a morir.  De alguna manera sentía que era lo más importante en esta “vida” que nos decían “real”  pero que yo sabía que era un poco de “pega”, que era una especie de ensayo para algo más importante.

Decía Paloma Cabadas que venimos a este planeta, que nos encarnamos, para aprender a amar.  Lo cierto es que yo lo tengo claro.  En el proceso, es obvio, aprovechamos y nos ponemos ciegos a gambas en los chiringuitos de la playa, asaltamos como vikingos los buffets libres en los hoteles esto de “todo incluido”, vamos al cine, nos rascamos el culo, hacemos el amor, y de vez en cuando nos paramos y nos preguntamos ¿pero de qué leches va todo esto?  Lo que pasa es que esta aparente fase  introspectiva se nos pasa rápido.  En seguido viene alguna chorradica linda de este mundo físico que nos distrae: el ipad2, un nuevo modelito para el armario, acaso la fragancia de moda, el recuerdo de que hay que hacer la compra o que se nos ha caducado el dni.

Y ahora un poco de biografía… Nací en Valladolid pero con el sabor de Inglaterra en el paladar.  Es una sensación extraña, ¿sabéis?,  darte cuenta de que naces en un lugar, en un país, quiero decir, pero que algo de ti está en otro (luego descubres que en “otros” para al final comprender  que no perteneces a ninguno y eso te hace amar a todos por igual y pertenecer a todos ellos de manera total y precisa y preciosa).  Esto fue en la década de los 70, con su realidad aún en blanco y negro, con sus olores a tabaco, vino rancio, col y remolacha.  Y fui cumpliendo años, porque eso es fácil y se hace en “piloto automático”, no requiere de esfuerzo, a diferencia del estudiar, que ya es otra historia.  Fui a un cole de barrio a un instituto de barrio y luego a la universidad (que ya estaba en el centro).  Estudié Filología Inglesa y me marché de España, primero a Irlanda, luego a Escocia y a Suiza y finalmente a Inglaterra.  Y durante todos estos años en que “recordé” que mi primer idioma era el inglés, no cesé en mi aprendizaje de la muerte.  Sobre todo a través de la literatura, acaso por eso me  especialicé durante algún tiempo en el género  gótico (así se llama en inglés, aquí se suele traducir como “de terror”, pero bueno, no es este el lugar de ponerme purista).
Y, creo, aprendí a morir.  En Oxford.  Entre las páginas de uno de mis poetas favoritos, Philip Larkin.  Una tarde de noviembre.  Con frío.  Con lluvia.  En absoluta soledad.  En el Parque Botánico, sentado junto al río.  Jodido de frío.  Jodido también de lluvia.  En jodida soledad, ya digo.  Miré el río.  Sentí el frío, la lluvia, lo jodida que es la soledad a veces.  Y se rompió.  El corazón o el puto páncreas, no sé.  Pero se rompió.  Y allí entre el frío y la lluvia y la soledad, morí para darme cuenta del entramado absoluto de la vida.

Pero ahora que lo pienso, la primera vez que conseguí morir un poco para luego morir menos (o de otra manera) fue una tarde de abril en Dublín, cuando estudiaba en la UCD como Erasmus, una tarde en que me dolía tanto el mundo que decidí darme un paseo de esos de “hasta que el cuerpo resista” (el más brutal me lo di en Creta y a poco soy capaz de volver al hotel donde estaba alojado).  El campus estaba como a dos horas de caminata del centro, así que ni corto ni perezoso y con mis deportivas viejas (playeras diría uno de Valladolid) me puse pies a la obra, al llegar  a O’Connell Street me dio por seguir caminando hasta Phoenix Park y ya allí, me senté, me perdí en la hierba y me tragué de golpe el dolor, la frustración, las lágrimas y lo poco de español que me quedara.  No recuerdo mucho más de aquel día, sólo que era ya de madrugada cuando volví a mi habitación en el Campus Universitario, que me fui a la cama y que al día siguiente me desperté pasadas las 12:00 y que ya no estaba allí y a la vez sí que estaba.  Que me había muerto un poco, digamos, por primera vez.

Y aquí estoy este domingo, jugando como tantos otros a inventarme palabras, a rehacer una vida que es de coña, que es un pasatiempo hasta que llegue la otra, la de verdad.  Sin este cuerpo al que le gusta el té y el café a rabiar, y jugar con Kibo y besar a Raquel, mi amiga, mi confidente, mi amante, y aquí ando en esta encarnación calva y sandunguera, este avatar al que, la verdad, con el tiempo le he acabado por coger cariño.

Está  bien rememorar de vez en cuando y contar viejas historias porque es la prueba de que nada de lo que hemos vivido ha sido realmente cierto y sin embargo ha sido, cada segundo, totalmente verdadero.

Gracias por estar ahí, queridos míos, y bienvenidos a la nueva temporada de la Luna de Agosto.  Más desde aquí el próximo domingo.
Besos.