¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?

¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?
He venido
a besar tus labios con mis ojos,
a dejar en tu cuerpo mis caricias,
a rezar a un dios estupendo y lleno de vida,
a respirar el aliento mismo de la creación,
pero sobre todo,
por siempre y para siempre,
a amarte, hermano mío,
amarte y no dejarte de amar,
nunca más dejarte de amar.
(Francisco J. Francisco Carrera, "Luna de Agosto")

domingo, 27 de marzo de 2011

CONCRETAMENTE DE LA NADA

Si me preguntas que qué he traído de nuevo aquí te responderé con un silencio. Si me susurras palabras de olvido, yo mismo te ofreceré la oscuridad más profunda y aquella mirada que se ocultaba tras mi cuerpo de niño que entendía que la vida es otra forma preciosa de muerte absoluta. Si acaso te me acercas con total desesperanza no voy a dejar ni por un segundo de elevar cada una de tus células hasta las montañas donde habita la locura más perfecta, donde aprendí a hacer el amor conmigo mismo sin sentir temor o culpa.

Al fin y Al cabo, hoy, que es domingo, un día como otro cualquiera, hablo de lo que he hablado siempre, me escuches o me ignores por completo. Estoy hablando de lo de siempre, amigo mío, estoy hablando, como es normal, concretamente de la nada.

Allí te espero.

viernes, 18 de marzo de 2011

LA TEJEDORA DE HISTORIAS HA LLEGADO

1

Ven, amado mío. Soy la tejedora de historias. Ven, cariño, acércate a mi cuerpo. Posa tus manos en mi cintura. Escucha. No digas nada. Respira. Mira cómo mis ojos son el océano. Siente cómo mi corazón es la furia ignota de la tempestad. Deja que tus miedos ardan absolutos en la gloria incierta de mi llama.

Ven amado mío. Acércate ya. No te demores. Soy la primera mujer de la creación y por ello hube de crearme a mí misma. Ven. Siéntate aquí. Sí, aquí. Ven. Justo aquí. Cierra los ojos y deja que te lleve al fondo oscuro de tu alma. Sólo si te pierdes dentro de ti podrás encontrar tu lugar en el mundo. Porque no existe algo como “tu lugar en el mundo”. ¿Sabes? En el mundo sólo hay lugares que, al fin y al cabo, son el mismo lugar. El aquí y el ahora. Lo que no está en el aquí y en el ahora no es. Y sólo lo que es, es, y sólo lo que es puede considerarse real.

Ven. Soy el cuerpo y la palabra, la carne y el vacío de los tiempos, la primera letra, la sonrisa de Dios, soy lo único que se manifiesta cuando todo lo demás se pierde en el vórtice de dejar de ser.

Ven, no tengas miedo. Te he estado esperado todo este tiempo. Sólo quería verte llegar. Sólo quería saber que, de algún modo, era cierto que existías de verdad.

He tejido estas historias para ti…

lunes, 14 de marzo de 2011

CARMEN MARTÍN GAITE

Esplendorosa siempre, Carmen Martín Gaite
Carmen Martín Gaite es una las figuras esenciales dentro de la literatura española moderna, eso está claro. Son muchos los títulos que fueron conformando su precioso manto lingüístico a lo largo de los años: Entre visillos, Ritmo lento (es este de esos títulos que a mí ya me dejan enamorado totalmente), el renombrado por hiperconocido (no sé si por hiperleído) Caperucita en Manhattan, Nubosidad variable, etc. Pero además Carmen Martín Gaite es una de las escritoras favoritas de mi hermana y sólo por eso yo, hermano de mi hermana, está claro, quiero hablar un poco de este pedazo precioso de escritora. Robándole un poco su rollito al Cocoroto (que sigue de exilio interior – yo también, esto ha sido una escapada pero me voy a desaparecer otro ratillo en breve – ) quiero presentaros algunos poemas de Gaite, simples en cuanto a su escritura, diáfanos, creo, en lo que a su contenido.

A ver qué os parece esta caricia en la mirada:

FLORES AMARILLAS
por Carmen Martín Gaite


Mi prado estaba lleno
de flores amarillas
y yo las arranqué.
Ya nada tengo.
Por el tallo cortado
sube una áspera savia
hasta mi corazón.
Se hace inmensa la tarde
y todo sabe a lo que pudo ser.


¿Qué tal? ¿Un poco triste? Acaso sí, pero de una tristeza limpia y profunda y maravillosa. De esa tristeza destilada a golpe de luz en la oscuridad más tenebrosa pero que a base de llevarla con amor en plena alma se nos florece de repente y nos llena del más preciado amor. Flores amarillas…, qué maravilla de título, qué maravilla de color, oye. ¿Y qué me decís de ese sabor de lo que puso ser pero ni siquiera llegó a manifestarse? ¿Sabéis de lo que os hablo? Jolines… Y es que hoy el café tiene un aroma a melancolía que tira para atrás.

Pero venga otro poema…

CERTEZA
por Carmen Martín Gaite


Habéis empujado hacia mí estas
piedras.
Me habéis amurallado
para que me acostumbre.
Pero aunque ahora no pueda
ni intente dar un paso,
ni siquiera proyecte fuga alguna,
ya sé que es por allí
por donde quiero ir,
sé por dónde se va.
Mirad, os lo señalo:
por aquella ranura de ponient
e.

Pues qué narices, yo también tengo claro desde ya por dónde quiero ir, por esa misma ranura que se está abriendo enfrente justito mismo de mis tochas, quiero ir más allá de esta falsa realidad masticada por los antepasados de mis antepasados y llegar a lo único que es y que es necesario que sea. La pura e infinita realidad en la que no hay ya ni un tú ni un yo, hay un es y simplemente es lo que hay. Nada más. Nada menos, ya ves.
Toma certeza de estar en lo cierto. Toma, colega, revelación.

By the way, que antes de conocer este poema había escrito yo otro con el mismo título, aquí os va, con un abrazo “adjunto”, no olvidéis descargarlo con el programa “Abrazosmuchos 2.0”:

CERTEZA
Por Francisco José Francisco Carrera

Pleno de ti
me reconozco.
Jubiloso de ser tuyo
en mi primera libertad;
esta cadena de cielo
que acaricia mi cuerpo
y aligera mi alma
es la esencia de tus besos,
cautiverio libertario
de amor lacerante y prístina verdad.


He despertado en ti
y todo se me ha dado
al dejar de pedir.


Pero sigamos con Martín Gaite, sigamos con un poema impresionante titulado:

CALLEJÓN SIN SALIDA
por Carmen Martín Gaite

Ya sé que no hay salida,
pero dejad que siga por aquí.
No me pidáis que vuelva.
Se han clavado mis ojos y mi
carne,
y no puedo volver.
Y no puedo volver.
Ya no me gritéis más que no hay
salida
creyendo que no oigo,
que no entiendo.
Vuestras voces tropiezan en mi
costra
y se caen como cáscaras
y las piso al andar.
Avanzo alegre y sola
en la exacta mañana
por el camino mío que he
encontrado
aunque no haya salida.



Y qué decir aquí, jo, que eso es la luz del primer beso de amor que se dio en el mundo, así, en bruto, sin matices, sin perdices, sin sandeces. Yastá.

Y bueno chicos, que me recojo para dentro, que va siendo hora…, que os echo de menos a todos mucho, mucho y mucho y que pronto prontito volveré a subir al cielo esta luna de agosto que tanto amo.


Besotes a todos…, preciosos míos.